MotoGP está siendo un espectáculo excepcional en 2024. Se puede confirmar atendiendo a los detalles de las celebraciones. La euforia bulle porque el valor de los éxitos se siente superior cuando impera la igualdad, al menos entre los pilotos de Ducati, que por fortuna abundan en la parrilla. Jorge Martín reventó la cúpula de su moto y la visera de su casco con el éxtasis de la gloria, mientras al mismo tiempo Marc Márquez hacía gestos descomedidos dedicados a la grada de Le Mans que querían decir “yo estoy aquí, he vuelto”. Uno había ganado y el otro había terminado en segunda posición. Chapó. Ambos se sentían triunfadores porque lo eran. Fueron los dos grandes protagonistas del Gran Premio de Francia, los dos aspirantes a la máquina oficial de Borgo Panigale, que vio a su piloto oficial, Francesco Bagnaia, en el tercer lugar cariacontecido consolándose por evitar un cero como el del día anterior. Los tres ofrecieron un apasionante final de carrera que pocas veces se puede contemplar en la categoría reina. Una batalla a tumba abierta.

Es obvio que Martín fue el mejor parado del fin de semana gracias a sus dos victorias desde la pole, el sábado y el domingo, que le permitieron ampliar el margen como líder del Mundial; su ventaja era de 17 puntos sobre Bagnaia antes de aterrizar en el país galo y ahora es de 38. 

Aunque resulta debatible si Márquez acaparó incluso mayor protagonismo que Martín –que al fin y al cabo por algo era líder del campeonato–, con sus dos segundas posiciones, obtenidas partiendo desde la decimotercera pintura de la parrilla de salida, con adelantamientos de infarto como el ejecutado contra Bagnaia en la última vuelta. En solo cinco carreras con la versión 2023 de la Ducati, el catalán rueda a las puertas de su primera victoria con la moto italiana. Ya es tercero en la clasificación general, a 40 puntos de Martín. Se puede afirmar que está en la pomada.

Fue sin embargo Bagnaia quien tomó el control de la carrera desde los primeros metros. Se alzó en cabeza e impuso el ritmo del grupo. En apenas ocho vueltas al circuito Bugatti, Pecco ya había laminado la carrera; el debate por la victoria parecía cosa de dos, porque Martín rodaba enganchado al tricampeón de Turín. Incluso, Bagnaia pareció descolgar a Martín al distanciarse a medio segundo cuando se cumplía el ecuador de la prueba. Por delante, la fractura se podía intuir como definitiva. 

En la vuelta 18 de la 27 programadas, cuando Pedro Acosta y Marco Bezzecchi ya habían desaparecido por sendas caídas, Márquez se aupó a la tercera posición. Rodaba entonces a 2,5 segundos de un Martín recompuesto que había anulado la ventaja de Bagnaia. Había mucha tela que cortar. 

El duelo de cabeza espoleó a Márquez, que olió la sangre. Martín realizó dos intentos en la curva Dunlop para superar a Bagnaia y a la segunda ocasión consolidó el adelantamiento. Gracias a las refriegas, en solo cuatro giros Márquez ya rodaba integrado en el grupo que se disputaría el triunfo. El de Cervera llegaba como un avión. Restaban apenas seis vueltas para la conclusión y el podio no estaba decidido. Márquez acechó a Bagnaia en cinco de ellas, como una prolongación. Los tres más destacados pilotaban como apéndices al borde de cruzar los límites de la verticalidad. 

En la última vuelta, Márquez completó su obra maestra. Se desquitó de la numantina defensa de Bagnaia. “Todos sabíais que lo iba a intentar”, dijo jocoso. El octocampeón se instaló en la segunda plaza para consumar una remontada tan salvaje como genial, solo eclipsado por el fin de semana perfecto de Martinator. 

“Tenía muchas dudas antes de la carrera, pero me he podido probar a mí mismo y a los que dudaban que puedo ganar”, expresó Martín, reivindicativo tras el error cometido en Jerez, donde no se privó del acelerador y se fue al suelo cuando robada líder. Puede ser el año triunfal del piloto de San Sebastián de los Reyes, aunque cierto es que le crecen los enanos, que las carreras están siendo muy abiertas y la regularidad será un factor quizá más crucial que la velocidad, su gran virtud. 

Con la misma o mayor satisfacción celebró Márquez, pletórico: “Ha sido una remontada muy buena. Se necesita tiempo para ir remontando, pero con la caída de los neumáticos soy capaz de gestionar bien. Lo tenía que intentar y lo he intentado”. Un irónico pero es que el sábado alcanzó la segunda posición en la vuelta 10 de las 13 del esprint y esta vez necesitó 26 de los 27 abrazos al trazado de Le Mans para elevarse a la segunda plaza. Sin duda, el de Cervera ha recuperado la sonrisa. Quizá nunca haya celebrado así los segundos puestos.

La otra cara de la moneda era Bagnaia. “Lo he dado todo, pero estos dos tenían algo más al final. Estoy contento de haber finalizado. Seguro que en el futuro seremos mejores”, pronunció. El Mundial está muy abierto. Crece la competencia con la figura de un Marc Márquez cada carrera más poderoso.