N mi rampante ingenuidad, pensaba que las propuestas que los partidos llevan a los parlamentos tienen como objeto mejorar la vida de la ciudadanía y no anotarse el tanto. Lo apunto -irónicamente, por supuesto- después haber visto con media sonrisa en la boca cómo la prensa independiente y en absoluto sectaria lamentaba amargamente que el lehendakari se hubiera llevado el protagonismo del pleno monográfico sobre demografía que tuvo lugar el pasado miércoles por iniciativa de EH Bildu. Parece ser que el anuncio de Urkullu de que las familias tendrán una ayuda mensual de 200 euros por bebé a partir de 2023 acaparó todos los titulares. Un parlamentario de la formación proponente prefirió verlo de otra manera y presumió ante su parroquia de "haber arrancado" esa ayuda. No solo es humano sino que entra en el funcionamiento habitual de la política, o sea, del politiqueo.

En lo que a mí me toca, no tengo el menor empacho en reconocer el acierto del grupo soberanista a la hora de proponer un debate tan inmensamente necesario como el de la demografía. Es un gran punto de partida, porque hasta la fecha se ha venido hablando de la cuestión a base de simplezas muy pedestres, casi lugares comunes que no han servido para hacer un diagnóstico real de la situación. Y es peor todavía cuando entran las consignas ideológicas, los prejuicios y la demagogia de aluvión sobre cómo hacer frente al problema. Añado de pasada que las ayudas podrán servir un tantín pero no nos harán que nos lancemos a procrear alegremente. Con todo, es un comienzo. Ahora toca por parte de Gobierno y oposición seguir trabajando en serio. l