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El hombre orquesta

El bilbaino Juanjo Abad colecciona más de 300 instrumentos de música peculiares Toca la sierra metálica y guitarras fabricadas con cajas de puros

El hombre orquestaFoto: pablo viñas

Han pasado doce años desde aquel día en que un amigo le mostró un catálogo de instrumentos raros. "¿Cómo sonará este bukeleke?", se preguntó. Pero no fue suficiente con abrir la caja y comprobarlo. Detrás de los más de trescientos instrumentos que conserva en casa -ha perdido la cuenta del número exacto- se esconden otros interrogantes que Juanjo Abad ha ido desentrañando con el paso del tiempo.

Desde el que encerraban la balalaica y la mandolina antes de que sus manos se posaran sobre las cuerdas, hasta las historias de todos esos objetos utilizados un día para crear música como la tabla de lavar, las cucharas o las guitarras confeccionadas con cajas de puros. "A todos les tengo cariño porque ninguno ha sido fácil de encontrar", explica este músico autodidacta que jura fidelidad a todos los instrumentos aunque confiesa que nunca llegará a dominar del todo ninguno.

"Nunca me ha dado por tocar uno solo. Me da mucha pena dejar los demás". En realidad, lo que le gusta a Washboard Johnny, nombre que le identifica cuando pisa los escenarios, es acompañar con seis, ocho, doce o catorce instrumentos a los músicos que ofrecen conciertos en garitos varios.

Aparece en los bares de Bilbao y alrededores, conversa con músicos amigos algunas veces y desconocidos otras, desenfunda el salterio con arco, el dulcimber de los Apalaches, la autoarpa o lo que se tercie y, si hay feeling, se pone a tocar. "La satisfacción personal que da acompañar a otros músicos no se paga con nada. Un día viene un francés o un americano, tocas con ellos en un tema o dos y disfrutas un rato de la música".

Con el guitarrista Catfish Louis ha formado dúo en numerosos conciertos. "Cuando hago colaboraciones con otros músicos yo entiendo que aporto sonidos distintos a los habituales pero que de alguna manera hacen más completo lo que está sonando", continúa. Cuando saca las cucharas, más de uno recuerda la sobremesa de una comida familiar.

con dedales Pero no sirve cualquier objeto cotidiano. Sólo aquellos que tienen una historia detrás. "Los músicos negros tenían prohibido tocar instrumentos en los Estados Unidos que les recordasen a África, así que tocaban la tabla de lavar con dedales y otras cosas que tenían a mano", cuenta. Algo parecido ocurría con los instrumentos confeccionados con cajas de puros. "Surgieron a principios del siglo pasado cuando los músicos negros apenas disponían de dinero y no podían tocar la guitarra, así que las fabricaban ellos con lo primero que encontraban. El tabaco estaba por todos lados y sólo hacía falta poner un mástil y algunas cuerdas".

Nada que ver con el clic del ratón con el que Juanjo Abad decide que abrirá las puertas de su casa a un nuevo instrumento. "Al principio iba a Madrid a tiendas muy especializadas que ya ni existen, pero ya no me ha hecho falta viajar. Internet te permite pedir lo que quieras".

Instrumentos de percusión, viento o cuerda. Todos, eso sí, occidentales, excepto dos salterios percutidos de Vietnam. "Esta afición no termina nunca, siempre hay algo curioso, aunque creo que ahora toca frenar, ¡ya no tengo dónde guardarlos!". Tampoco tiene una red de amigos en internet con la que compartir este gusto por los sonidos nuevos, ni la busca. Resulta más importante contactar con un buen luthier o con alguien que ofrezca una nueva idea.

Aunque, según explica, la música folk es la que más sonidos distintos acepta, Washboard Johnny no se cierra a ninguna colaboración. No tiene un programa al que atenerse. Para verlo, busquen garitos buenos.