También es cierto que no siempre lo hacemos por la noche y que es posible hacerlo sin darnos cuenta cuando estamos despiertos, pero el sueño es su territorio propicio. El bruxismo es un trastorno que afecta a muchísimas personas: casi siete de cada diez lo han sufrido en alguna ocasión a lo largo de su vida. Sin embargo, el estrés y las situaciones de incertidumbre que vivimos, han hecho que se hayan multiplicado en gran medida los casos de este trastorno. Esto se debe a que la salud mental juega un importante papel.

En ocasiones, el bruxismo es solo algo leve o temporal y ni siquiera tiene consecuencias. Habrá momentos puntuales en los que apretemos sin darnos cuenta, pero eso no tiene por qué traer problemas a largo plazo. En cambio, si es un hábito continuado, nos arriesgamos a sufrir dolor y muchas otras molestias.

Amanda Dutruc, farmacéutica de Dosfarma, dice que "el bruxismo es un trastorno invisible, pero tremendamente común. Es difícil darse cuenta de cuándo se vuelve un problema, porque lo hacemos sin ser conscientes, ni siquiera cuando estamos despiertos, pero sus consecuencias son muy visibles y pueden llegar a ser graves, especialmente en los dientes".

Las causas para que aparezca o empeore, en el caso de ya sufrirlo, serían:

Problemas de salud mental. Las situaciones de estrés hacen que acumulemos tensión, y una forma de manifestarla es precisamente rechinando los dientes. Las personas con trastorno de déficit de atención con hiperactividad (TDAH) también son propensas a sufrirlo.

Tener personalidad inquieta. Hay personas que cuando se concentran profundamente aprietan la boca sin darse cuenta. Y otras que, por su forma de ser, no pueden estarse quietas y siempre tienen alguna parte de su cuerpo en tensión.

Baja edad. Esta dolencia es más frecuente entre los niños y tiende a desaparecer en los adultos. No obstante, puede aparecer a cualquier edad.

Consumo de ciertas sustancias. Hay medicinas que lo tienen como efecto secundario, como algunos antidepresivos. También el consumo de alcohol, el tabaco o las bebidas energéticas influyen en el riesgo de que aparezca o empeore.

La alineación de la dentadura. Los problemas en los dientes o la mala alineación de la dentadura hacen que la mordida no encaje correctamente. De forma inconsciente, se tiende a intentar encajar los dientes y, como nunca se consigue, se aprietan y rechinan constantemente.

Los trastornos del sueño. Tener dificultades para dormir es un factor decisivo en el bruxismo nocturno. El insomnio, y el estrés que deriva de él, la apnea del sueño o los terrores nocturnos influyen mucho en la tensión de la mandíbula durante la noche.

¿Y qué consecuencias puede tener padecer bruxismo? Por ejemplo las siguientes:

Dolores musculares. La tensión que se acumula por el rechinamiento constante se refleja en los músculos cercanos a la mandíbula. Eso implica dolor de cuello, molestias en los oídos e incluso dolores de cabeza. En los casos más extremos, los músculos situados cerca de la mandíbula se tensan hasta el punto de que no se puede abrir la boca con normalidad, lo que dificulta mucho comer.

Sensibilidad dental. El roce constante de los dientes desgasta el esmalte y hace que se vuelvan más sensibles. Eso implica molestias al tomar alimentos fríos, calientes o dulces.

Lesiones en los dientes. Además de la sensibilidad, el bruxismo puede provocar que nos rompamos alguno y que sean más pequeños de lo habitual, porque se van desgastando mucho más deprisa de lo que deberían.

Molestias en la articulación temporomandibular. Es la articulación situada justo delante de los oídos y también puede verse afectada. El bruxismo no solo provoca dolor en esa región, sino también otros problemas como por ejemplo un chasquido que se aprecia y se escucha cuando abrimos y cerramos la boca.

Algunos consejos

¿Se puede hacer algo para prevenir esta dolencia, o mejorarla si ya se sufre? He aquí algunas ideas.

Acudir al dentista. Es el primer paso, tanto si se detecta alguna de las molestias asociadas con el bruxismo como por simple rutina. El tratamiento más habitual es la férula de descarga, una especie de protector bucal diseñado para que los dientes no choquen entre sí y que se puede hacer a medida o también comprar en una farmacia. Eso ayudará a que los músculos se relajen y evitará el desgaste, aunque no hará que dejemos de apretar. En ciertos casos, es necesaria la ortodoncia o incluso la cirugía.

Evitar el alcohol y las bebidas con cafeína. En general, es importante reducir el consumo de cualquier sustancia que perjudique el buen descanso.

No mascar chicle. Masticar chicle va cargando la mandíbula y creando una tensión que el cuerpo debe liberar después. ¿Cómo? Rechinando los dientes durante la noche. Esto se aplica también a las personas que suelen mordisquear algo cuando piensan (un bolígrafo, por ejemplo). Igualmente, hay que evitar los alimentos duros o crudos para no crear más tensión de la necesaria (por ejemplo, bocadillos que obliguen a abrir mucho la boca).

Aplicar calor o frío. Ayudará a calmar y relajar los músculos contracturados, ya sean los del cuello, la espalda o la mandíbula. Son muy útiles los parches de calor y las bolsas ya preparadas que solo necesitan meterse en el microondas o en el congelador, según lo que queramos.

Cuidar la postura. Los músculos del cuello y de la espalda sufren la tensión. Mantener una buena postura durante el día ayudará a relajar estas zonas y a que no aparezcan otras lesiones.

Hacer estiramientos y ejercicios de relajación. Hay una gran variedad de ejercicios que ayudan a destensar los músculos. Es muy útil contar con el asesoramiento de un fisioterapeuta, que nos oriente sobre cómo estirar correctamente y cuidar nuestra higiene postural.

Combatir el estrés. Es otro punto esencial. No siempre es fácil y depende de cada persona y de su situación concreta. Habrá quienes solo necesiten reservar algunos momentos para descansar y dar un buen paseo o darse un baño relajante con una rica infusión.