LA mística del jianghu -sociedades secretas que existían antiguamente en China, en paralelo a la sociedad tradicional y de gran importancia en su cultura- es contexto y parte protagonista de La ceniza es el blanco más puro, el último largometraje de Jia Zhang Ke. Porque los protagonistas de la historia, Qiao y Bin, son dos personas cuya conducta y sus actos les dejan a un lado de lo establecido.

“Esta película transcurre entre 2001 y 2018, años de gran turbulencia social. Los valores tradicionales han cambiado drásticamente durante estos años y, sin embargo, el jianghu continúa funcionando a su manera”, avanza Zhang Ke, director de filmes como Más allá de las montañas (2015).

El largometraje viaja hasta 2001 para narrar cómo la joven Qiao está locamente enamorada de Bin, un cabecilla de una mafia local. Tras ser testigo del ataque de una banda rival contra Bin, Qiao dispara para defenderle y acaba condenada a cinco años de cárcel. Y una vez en libertad, Qiao busca a Bin pero este se niega a aceptarla de nuevo en su vida. “Todas las leyendas de la cultura jianghu hablan siempre de aventureros que recorren grandes distancias”, explica Zhang-Ke. A partir de ahí, el espectador acompaña a Qiao, encarnada por Zhao Tao, en un viaje terrenal y también temporal. La actriz explica que si bien antes había interpretado numerosos personajes para Jia Zhang-Ke, el reto de dar vida a un personaje jianghu exigió mucho trabajo en cuanto a documentación y preparación. Por ello, decidió esforzarse en “entender por qué las mujeres son más duras en un mundo marginal centrado en los hombres”. Y de hecho, dada la evolución de su personaje frente a los latigazos vitales que va encontrando y su fortaleza para afrontarlos y superarlos, opina que empezó con la película “con la idea de una mujer en el jianghu” y acabó con “la historia de una mujer a secas”.

Machismo. En opinión de Liao Fan, actor que interpreta a Bin, el suyo es un personaje que refleja un modelo de hombre más que habitual en China: “Son hombres que no aceptan su destino, se rebelan, luchan y no se contentan con lo que la vida les tiene reservado”. Lo hacen, eso sí, “aunque el resultado no siempre sea el esperado”. Eso sí, también critica que, aunque la posición social de la mujer ha mejorado mucho en China, todavía existen muchos hombres machistas como su personaje. “Ha entendido que la posición social depende del dinero y del poder, y lucha y sigue intentándolo frente a todo”, explica, para destacar que “esa es la esencia de su machismo”. De hecho, cuando rechaza a Qiao, “le destruye su universo emocional”, critica Zhao Tao. En ese sentido, Zhang-Ke explica que a sus 48 años quiso usar su experiencia para “contar una historia de amor que transcurre en la China contemporánea, un país que ha pasado por transformaciones tan épicas como dramáticas”. Una producción que, de alguna forma, le ha hecho sentir como si él mismo hubiera vivido así. “Y que sigo haciéndolo”, concluye, ya que como destaca, “el título original de la película, Jiang hu er nü, significa Hijos e hijas de jianghu y, en cierto sentido, nos describe a todos los que hacemos cine”.