Bilbao. Lleva dos semanas en China, está a punto de iniciar el aprendizaje del idioma y ya tiene una bicicleta. Afronta con entusiasmo esta etapa y no le arredra ni hacer directos a las 3 de la madrugada.

Veinte años después de debutar en un Telediario con Jesús Hermida, está trabajando en China. ¿Se aburría en el plató?

Había momentos emocionantes pero siempre envidié a aquellos compañeros a los que daba paso en el Telediario. Yo sabía que mi lugar estaba en la calle.

¿Recuerda el momento y el motivo que le llevaron a hacerse reportera/corresponsal?

El momento clave fue el 11-S, tras el atentado contra las Torres Gemelas. Yo conducía Informe Semanal y la Dirección de Informativos decidió enviarme para presentar desde allí las entradillas. Como el tema daba tanto de sí tuvieron que tirar de mí para hacer reportajes y directos. Y desde entonces no he parado...

En realidad desde el 31 de julio es la nueva corresponsal de TVE para Asia-Pacífico con sede en Pekín. Un continente y un océano. ¿No suena inabarcable?

Suena excitante, emocionante, interesante, apasionante... y podría seguir con los adjetivos. Todos los que se me ocurren, de momento, son positivos.

¿Cómo se gestó su traslado a la capital china? ¿Fue una casualidad o una aspiración?

Ha sido un regalo profesional que yo no he pedido pero que recibo con verdadero entusiasmo.

Su predecesora, Rosa María Molló, ¿le ha dado algún consejo?

Que disfrute. Y lo voy a hacer.

Los espectadores de TVE han podido verla en conflictos bélicos, desastres naturales y crisis humanitarias. Este destino parece incluso "tranquilo"...

Cada lugar y cada momento tienen sus peculiaridades. No creo que la región de Asia-Pacífico se pueda definir como destino tranquilo. Llevo quince días y hemos enviado veinte piezas para los Telediarios...

¿Prefiere ser corresponsal que enviada especial? Suena menos urgente...

Lo bueno de ser corresponsal es que uno cuenta con una infraestructura y un equipo que, en mi caso, es extraordinario y muy profesional. La urgencia que implica un trabajo como enviada especial lleva a actuar con menos preparación. No hay tiempo... hay que llegar lo más rápidamente posible al lugar de los hechos. En esas coberturas uno no come, no duerme, pasa muchas penurias para trabajar y para sobrevivir. Son aventuras intensas, extremas pero apasionantes.

Usted ya está acostumbrada a trabajar con desfase horario. ¿Qué tal viene la hora de Pekín para los informativos?

A mí me encanta... voy seis horas por delante. Tengo la sensación de que el día me cunde mucho más. También es cierto que acabamos muy tarde. Si hay tenemos un directo para el TD2 implica que hay que hacerlo ¡¡¡a las 3 de la madrugada!!!

Dicen que para los occidentales es imposible comprender el carácter chino. ¿Lo lleva como "asignatura"?

Hasta el momento me parece un pueblo amable y fácil en el trato. El sábado empiezo mis clases de mandarín. Espero que mi comunicación con ellos mejore. Aspiro a entenderlos, no a compartir su manera de ver la vida.

¿Sabe si en China es más difícil que en otros países hablar con fuentes no oficiales?

De momento no he tenido complicaciones notables para contactar con las fuentes que he necesitado… al menos hasta hoy. Claro que llevo dos semanas. Quizás es pronto para hacer valoraciones.

¿Dónde lo tiene más difícil un periodista: en un país en guerra o en otro devastado por una catástrofe?

En un país en guerra uno se juega la vida. En un país devastado por una catástrofe sufres por la vida que han perdido otros.

¿Los avances tecnológicos han hecho más fácil su trabajo?

Lo han simplificado en grado sumo. Ahora nuestros equipos son mucho más ligeros. Cámara pequeña, ordenador... y podemos rodar, editar y enviar.

Si se repasa los lugares en los que ha estado, impresiona: Afganistán, Irak, el terremoto de Bam, el tsunami de Tailandia, Haití... ¿el peor lugar siempre es el último?

Lo más devastador que he visto en mi vida ha sido el efecto del tsunami que arrasó la ciudad de Banda Aceh, en la provincia de Aceh, al Norte de Sumatra. Allí estuvimos unos dos meses contando una tragedia en la que murieron casi 300.000 personas. Durante semanas vi cadáveres en la calle, restos humanos, cuerpos atrapados, miles de damnificados sin ayuda... La respuesta internacional tardó semanas en llegar. Lo más triste, para mí, es saber que en Aceh siguen necesitando ayuda, igual que en Haití, otro país que ha pasado a formar parte de los conflictos/desastres olvidados. Afganistán e Irak también me duelen, por la cantidad de víctimas civiles e inocentes que están sufriendo esas guerras que han demostrado sobradamente su ineficacia.

¿Cómo mantiene a raya la empatía?

No soy insensible a los sucesos que cubro pero trato de mantener cierta distancia… De otro modo no podría hacer mi trabajo.

Después de dar tantas vueltas por el mundo, ¿ha llegado a la conclusión de que hay conflictos que no tienen remedio?

No. Creo que hay conflictos a los que no sabemos o no queremos poner remedio.

¿Qué le impacta más: la violencia de los hombres o la de la Naturaleza?

No hay violencia justa ni fácil de entender. Menos aún la de los hombres, porque es intencionada.

Después de tanto esfuerzo para enviar crónicas desde todo el mundo, ¿duele que la audiencia esté más pendiente del divorcio de Belén Esteban?

Yo creo que la gente valora nuestro trabajo. Las audiencias nos respaldan y los informativos de TVE son los más vistos. Parece evidente que la mayoría de los telespectadores quiere una información de calidad.

El caso es que usted parecía una "feliciana" que quería entrar en Los 40 Principales y mire dónde le ha llevado la vida...

Bueno... no era tan feliciana. Era una joven que estudiaba para ser concertista de guitarra o escritora. Durante un verano busqué trabajo para poder ampliar mis estudios de música en el extranjero. Me enteré de que necesitaban gente en Los 40 Principales pero igual podía haber puesto copas en un bar… Lo que no sabía es que la radio iba a conquistarme. Tanto fue así que estudié Periodismo y cambié la guitarra por el micrófono. Al final, son dos instrumentos de expresión y comunicación no tan diferentes.

¿Alguna vez se ha arrepentido de no haber seguido en la radio?

Sí, pero hace muchos años, cuando empezaba en la tele. Me duró unos meses porque me resultó complicada la adaptación. A veces añoro la radio pero la televisión es mi casa y mi mundo.

¿Para una periodista de informativos lo mejor es pertenecer a una televisión pública?

Creo que tal y como están las cosas, sí. En otras cadenas yo ni existiría porque apenas dan tiempo a la información internacional.

Cuando regresa a Madrid, ¿al principio se aburre o le dan ganas de besar el suelo como hace el Papa?

A veces se mezclan los dos sentimientos.

La gente no se imagina que con su trabajo se puede tener una familia convencional...

Se puede tener una familia… no sé si convencional. Pero la mía es una familia feliz que respeta y entiende lo que me gusta hacer. Ser madre no significa renunciar a un proyecto profesional.