“No es un ‘Cuéntame vasco’ pero sí una parte de la historia de Euskal Herria”
Jabi Elortegi es uno de los directores vascos de ficción con más experiencia en la televisión en euskera. Ahora se ha puesto al frente de la serie ‘Aitaren etxea’
zestoa - La ficción que está terminando de grabar en escenarios naturales de Gipuzkoa es una de las niñas bonitas de Euskal Telebista. Es un producto en el que tienen puestas muchas expectativas tanto la cadena como la productora, Pausoka. La historia transcurre a través de 1956, un año en el que empieza a despertar en Euskadi la lucha obrera después de la Guerra Civil. En medio de una sociedad que pelea y reivindica, hay una historia de amor entre dos jóvenes que pertenecen a familias enfrentadas por una contienda que empezó veinte años atrás pero que ha dejado profundas heridas en quienes la vivieron, la sufrieron y son víctimas de sus consecuencias. En este escenario se graba Aitaren etxea, protagonizada por dos familias, los Egaña y los Zelaia.
Una grabación de ocho semanas, casi una película en tiempo de rodaje.
-Ocho semanas sería en estos tiempos un lujo para el cine, una película suele estar en seis, la gran diferencia es que ellos ruedan para noventa minutos y nosotros para quince horas.
¿Tan alta productividad es debido a los recortes en los presupuestos televisivos?
-No. Lo que estamos haciendo es un híbrido de equipos de cine y televisión. Todo son decorados naturales y nosotros en televisión siempre tenemos que tener una mayor productividad que en el cine.
¿Se necesita más gente para una serie en escenarios naturales?
-Se necesita un equipo amplio. De las ocho semanas, cuatro han tenido una doble unidad grabando en paralelo. Esto significa que se duplica el equipo técnico, los actores tienen que compatibilizar las unidades, la figuración, los decorados? todo se amplía.
La serie está a punto de terminar su grabación, ¿qué percepción tiene de ella?
-Estamos haciendo el montaje en paralelo y estoy bastante a gusto con el material. Creo que estamos contando una parte de la historia de Euskal Herria. Nos hemos ido hacia atrás en cuanto a vestuarios y decorados, creo que hemos conseguido dar un salto en calidad al hacerlo en decorados naturales.
¿Por qué tanto decorado natural? ¿Era imprescindible que se desarrollara la historia en este tipo de escenario?
-Creo que montar todo esto en decorados de plató hubiera sido imposible, no se hubiera conseguido. Además, las tendencias van por este camino, hay que grabar fuera. Es más creíble.
¿Es un ‘Cuéntame vasco’?
-No. Esa no es la idea de la serie, no es una historia que va ir evolucionando y que cada año cuente lo ocurrido en doce meses y ciertos momentos importantes del país. La trama está centrada en 1956 y contamos la historia de cómo vivían unas familias de una clase social determinada frente a otras. No creo que sea una historia del modelo de Cuéntame.
¿Puede haber segunda temporada o están grabando una historia cerrada?
-Nuestra intención es que la tenga, estamos trabajando por ello; pero siempre dependerá de los espectadores.
¿Qué es lo más difícil: vestuarios, peluquería, escenarios??
-Lo importante cuando te vas atrás en el tiempo es localizar los decorados, tener bien claro el tiempo y el momento que vas a narrar. Ese es el punto de partida.
El hotel Arocena parece hecho exprofeso para esta serie.
-Fue una casualidad que yo diera con este hotel. Llegué aquí por error. Había quedado en el balneario y me acerqué hasta aquí pensando que este era el lugar de mi cita. Quedé con el gerente de allí, Ignacio; casualidad, el de aquí también. Cuando vi esto me di cuenta de que ya teníamos uno de los decorados.
¿Una serie de época influye también en el elenco a la hora de elegir?
-Por supuesto. Hasta la figuración tiene que pasar una criba. Hoy todo el mundo tiene un piercing o un tatuaje, algo que en 1956 no era tan habitual y para nosotros supone una faena. Todos estos detalles hay que cuidarlos. Grabar en decorados exteriores es también un riesgo, siempre se te cuela algo: una rendija con una publicidad, una caja de luz, teléfono o una parabólica.
¿Es más cara una serie de época?
-Si haces una serie actual, coges una cámara y vas ahí fuera y puedes rodar una secuencia; a nosotros no nos es tan fácil, tienes que preparar todo un escenario para que no se cuelen elementos extraños. El vestuario también es más cuidado, todos los actores tienen que pasar por peluquería y maquillaje. No encarece hacerlo en interiores o exteriores. Ahora estamos grabando aquí y de verdad que este escenario parece que los hemos dibujado a la vez que se escribía la historia de esta serie.
El hotel Arocena ha estado abierto hasta hace poco.
-Hasta diciembre, ahora está cerrado al público y para nosotros es una circunstancia genial. Es una maravilla de hotel, se construyó sobre 1910. Zestoa era una zona a la que venía mucha gente a tomar las aguas y había hasta quince hoteles. Es un decorado increíble; nos da la opción de rodar en distintos espacios, de unirlos todos: salones, comedores, recepción, oficinas, habitaciones. Un plató nunca te podría dar estas opciones y menos con la calidad que tiene el Arocena.
Muchas expectativas en esta serie, ¿no?
-Eso siempre que arrancas algo. Queremos que esta historia enganche a la gente. Que los que han vivido esa época se vean reflejados en lo que contamos y que los que no la han vivido que vean cosas comunes. Me he dado cuenta de que muchas de las cosas que estamos contando guardan un gran paralelismo con lo que hoy ocurre.
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