La memoria no alcanza al primer roble. El roble no cumple años. Pero el Parlamento y quienes le dan vida, sí. Ayer se celebró uno la Casa de Juntas de Gernika. El 45 aniversario de la constitución del primer Parlamento Vasco tras la el fin de la última dictadura. Estaban invitados los integrantes de aquella cámara fundacional del 31 de marzo de 1980. El sol, tan tímido estas semanas, también se acreditó.

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En imágenes: Homenaje en Gernika a los parlamentarios de la primera legislatura del Parlamento Vasco Oskar González

Antes del inicio de la ceremonia, docena y media de ertzainas vestidos de rojo jalonaban el sendero que lleva desde la puerta exterior, a través de los jardines, hasta la alfombra roja que subía desde la corta escalinata hasta el salón de juntas. En torno a la alfombra, la guardia la formaban ertzainas con guerreras verdes y boinas blancas con borla.

No habían dado las once de la mañana cuando llegó quien fuera presidente de la institución parlamentaria, Juan Mari Atutxa. Poco más tarde cruzaron la puerta Roberto Lertxundi y quien le sustituyó en el escaño, Juan Infante. También Josu Bergara, parlamentario que sería diputado general de Bizkaia entre 1995 y 2003. Unos pasos más atrás, Iñaki Anasagasti y José Antonio Rubalkaba, casi vecinos.

Para entonces, profesionales de protocolo caminaban con ese andar elegante pero rápido, de aquí para allá, recibiendo y conduciendo a su lugar a todo el mundo. Los fotógrafos se apretaban en su percha. A un lado del acceso a la sala de juntas, donde retratos de hace 45 primaveras señalaban el asiento de cada cual, afinaban sus metales de viento Asier e Iker Urreta, Nicolás Zubía, Iñigo Sarasola y Miguel Garrido, de Magna Boskotea; era la primera vez que tocaban en la Casa de Juntas. Al otro lado de la puerta estiraban June Peña e Imanol Sáez de Ugarte, de Beti Jai Alai, que bailarían el Aurresku a los sones del txistu y el tamboril de la gernikarra Maiteder Olano. Pasadas las once comenzaron a arribar los grupos. Uno de ellos cedió respetuoso el paso al lehendakari Garaikoetxea. En el ala anexa se fueron reuniendo las personalidades entre abrazos y palmadas en la espalda. Poco después de que comparecieran los lehendakaris Patxi López e Iñigo Urkullu, la presidenta del Parlamento, Bakartxo Tejeria, salió a recibir al lehendakari Pradales. Posaron todos ante el árbol para las fotos oficiales.

Una vez en el interior, se encontraban entre el público líderes políticos como Aitor Esteban y Arnaldo Otegi, el actual Parlamento o miembros del Gobierno vasco. Resultó especialmente emotiva la entrega de medallas a aquellos primeros parlamentarios, y a familiares de los ausentes o fallecidos. Luis Marco Agiriano recogió la medalla de su padre, José Antonio; Nekane Ansola, la de su padre Gurutz; Florencio Nicolás Arostegi, la de su padre; Teresa Benegas, la de su padre, José María; Iñaki Prieto, la de su madre, Ana Bereciartua, primera mujer que habló en el Parlamento; Patxo Cereceda, la de su hermano José Luis; Nerea Duart, la de su bisabuelo Jesús María de Leizaola; Eneko Andueza recogió las de Juan Manuel Egiagaray y Ramón Jáuregui; Esozi Leturiondo, la de su marido, Mario Onaindia; la actriz Zutoia Alarcia, la de su padre Jesús García de Miguel; Itziar Aizpurua la de su marido, Jokin Gorostidi, y la suya, ya que sustituyó a Iñaki Esnaola; Ana Alberdi, la de su cuñado Xabier Markiegi; o Carmelo Barrio la de Jaime Mayor Oreja. Una ovación acompañó cada medalla. La más intensa fue para Bárbara Dührkop, viuda de Enrique Casas, asesinado a principios de los ochenta. La más prolongada, para Garaikoetxea.

El músico zornotzarra Mikel Urdangarin interpretó tres temas para cerrar la celebración. En camisa, con una barba cuidada y la guitarra cruzada ante el pecho, le faltaban dos dedos de melena bajo una txapela para encarnar al bardo Iparraguirre. El que cantó a la eternidad del roble de Gernika.