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"El gran error de Iparretarrak fue no anunciar su desaparición"

Eneko Bidegain (Baiona, 1975) publica hoy en Donostia la versión en castellano de su libro 'Iparretarrak, erakunde politiko armatu baten historia). Periodista, escritor, amante de la historia y profesor universitario es un gran conocedor de la realidad política de Iparralde

BAIONA. Su libro ya publicado en euskera y francés recoge la historia de Iparretarrak (IK), el grupo armado, que de alguna manera, marcó su juventud. Una historia poco conocida en Hego Euskal Herria, pero que tuvo gran repercusión al otro lado del Bidasoa.

Iparretarrak surge como tal en los primeros años 70. ¿Qué antecedentes tenía el movimiento aber-tzale y qué efecto produjo la irrupción de un grupo armado?

Poco antes del surgimiento de Iparretarrak, en 1973, en Iparralde sí que hubo un movimiento que despertó la conciencia de mucha gente. Eran los tiempos del movimiento Enbata y del primer Aberri Eguna en Itxasu. El sentimiento aber-tzale o el sentimiento identitario en Iparralde estaba en crisis al inicio de los setenta. Todo el esquema territorial, económico y social estaba dirigido al turismo. La conciencia vasca, el ser vasco o euskaldun, estaba a punto de desaparecer; la transmisión del euskara no se producía y existía un sentimiento acomplejado del ser vasco. IK mediante sus actuaciones violentas acaparó todas las miradas y señaló el problema de la inexistencia de Iparralde.

¿Logró los objetivos que perseguía?

Si se leen los documentos de IK, nos daremos cuenta de que la mayoría de sus peticiones no se han logrado: no se ha conseguido una autonomía, ni siquiera un Departamento; el euskara no es oficial... Pero me atrevería a decir que otra serie de objetivos sí que se han cumplido, por ejemplo, la normalización del sentimiento abertzale. Hace unos años decir "yo soy vasco, y no francés" era impensable, casi una blasfemia. Hoy en día eso se ha normalizado en buena medida. Algunos estarán de acuerdo y otros no, pero el proyecto abertzale ha conseguido una legitimación indudable. Es una victoria, pero no creo que haya sido solamente gracias a IK. Ha habido muchísimos factores que han ayudado a esa legitimación.

De todas formas, se puede pensar que algunas herramientas políticas que fueron impulsadas por el Estado francés, como el Consejo de Desarrollo o el Consejo de Electos, estaban encaminadas a deslegitimar la violencia armada.

No hay duda de que la creación de esas estructuras de participación ciudadana, al principio de los noventa, desactivó en parte la violencia y reforzó la política. En los últimos veinte años, el abertzalismo ha optado por otros caminos para conseguir sus objetivos, pero sin violencia. El mundo abertzale en general, dejó de lado la clandestinidad para ejercer la política pública. Hace treinta o cuarenta años el movimiento abertzale era casi marginal, y ahora se ha convertido en un referente político-social. En las elecciones no logra superar la barrera del 10% pero es un referente en la política de Iparralde.

¿Dentro de IK, cómo se tomó la decisión de ir a la lucha armada?

Fue un proceso progresivo. La primera acción fue dar una paliza a un empresario. Sin armas ni bombas. ¿Fue una acción armada? No lo creo, fue una acción violenta, no armada. No fue una acción ligada a la identidad política, fue una acción violenta con contenido social. En un momento dado se decidió endurecer las acciones para llamar la atención de la sociedad. Ya no era suficiente repartir pasquines. Era la década de los setenta y la lucha armada estaba de moda.

¿Y la sociedad de Iparralde entendió esa decisión?

Gozó de mucho respeto, sobre todo en las filas abertzales, pero no solamente. Desde el principio IK cuidó mucho sus acciones armadas. Procuró realizar acciones sin víctimas mortales, con la excepción de tiroteos fortuitos con la policía.

¿Cómo fueron las relaciones entre IK y ETA?

Históricamente las relaciones no han sido buenas. En un principio, los que luego serían miembros fundadores de IK ayudaban a los refugiados de ETA a cruzar la frontera, hasta que decidieron que había que hacer algo en Iparralde, porque Iparralde se moría. Pronto surgirán las primeras fricciones. ETA necesitaba Iparralde para descansar y refugiarse. Cuando se produjeron las primeras acciones de IK, ETA no las aceptó, ya que podían poner en peligro su seguridad. El discurso de ETA fue el siguiente: "vosotros no hagáis nada. Nosotros liberaremos Hegoalde y después nos encargaremos de Iparralde". Han pasado cuarenta años y Hegoalde todavía sigue sin ser liberada. Los miembros de IK no aceptaron esta tesis y decidieron actuar al margen de ETA, ya que no estaban dispuestos a esperar a lo que ocurriese en Hegoalde.

Hoy en día es una organización extinta. ¿Cómo desapareció IK?

No lo sé. Oficialmente no ha desaparecido. Los militantes que he entrevistado no se ponen de acuerdo en este tema. A mí me parece que ha desaparecido de facto, pero oficialmente no hay un comunicado que lo diga. IK desaparece porque el contexto político y social cambia. Surgen nuevas formas de hacer política, también para los abertzales; la reivindicación de la autonomía que hace IK en el 93, no es seguida por la mayoría del movimiento abertzale, que se decanta por el Departamento, y la juventud en los noventa ya no está con IK.

Y el Estado francés, ¿actuó de alguna manera en esa desaparición?

A finales de los ochenta hubo contactos entre el gobierno e IK para que la organización dejara la lucha armada. Nunca fueron admitidos oficialmente pero el gobierno intentó terminar con IK ofreciendo diversas contrapartidas políticas. No la autonomía, evidentemente, pero yo creo que el Estado decidió conceder instrumentos políticos específicos a Iparralde para que el movimiento abertzale se pudiera subir al carro de la política. El Estado francés cambió la manera de hacer política y se abrieron nuevas vías. Si lo comparamos con la estrategia del Estado español, no tiene nada que ver. En España la vía policial es la que prima, sin dar opciones a las vías políticas.

¿Se les exigió a los miembros de IK una petición de perdón?

No, pero también es verdad que IK no ha matado a 800 personas. Pero me parece que ese tipo de argumentos no sirven para terminar el conflicto de la violencia. Todo el tema del perdón o de las condenas, me suena a antiguo, a no querer terminar con esta historia. Primero se termina la lucha armada y después ya llegará el tema del perdón, las víctimas y demás.

¿Terminará ETA como acabó IK?

No lo creo. El gran error de IK fue no anunciar su desaparición. Espero que ETA no haga lo mismo. No sé cómo va a terminar el tema de la violencia, ni cómo va a ser la desaparición de ETA. Supongo que habrá un acuerdo con el Gobierno español y se terminará. Una organización armada debe saber parar y lo debe comunicar; ese fue el gran error de IK. Me parece que ETA es una organización mucho mas 'profesional' que IK, y que actuará de diferente manera. Lo ideal seria una resolución dialogada: dar salida al tema de los presos, y el reconocimiento de las víctimas. Me parece que habría que retomar el camino comenzado en las conversaciones de Loiola.