EN doce años, en Bizkaia el número de nacimientos se ha reducido en un 35%, según datos del Eustat y, así, hemos pasado de prácticamente 10.600 en 2010 a apenas 6.843 en 2022. Las defunciones, por su parte, han crecido un 22% y de 10.797 en 2010, hemos pasado a 13.129 en 2022. De esta forma, en este periodo, el saldo vegetativo negativo se ha multiplicado por 31,6, por lo que la población en Bizkaia no ha dejado de disminuir.

La tasa de natalidad bruta, que contabiliza el número de nacimientos vivos al año por cada mil habitantes, es en Bizkaia, según Eurostat, de tres nacimientos menos que en el conjunto de la UE y un nacimiento menos que en el conjunto del Estado.

Por su parte, por lo que se refiere al saldo migratorio externo (que contabiliza las Inmigraciones de personas procedentes de otras Comunidades Autónomas y del extranjero menos las emigraciones de personas residentes en Bizkaia que deciden abandonar el Territorio), los valores registrados en el periodo 2010-2021 son positivos, con las excepciones de 2012 y 201. Destaca el hecho de que, entre 2016 y 2019, la recuperación del saldo migratorio, es decir el incremento de inmigración neta en Bizkaia, llegó a compensar el descenso de la población por el crecimiento vegetativo negativo. Sin embargo, tanto en 2020 como en 2021 (seguramente por los efectos de la pandemia), la inmigración neta no ha llegado a compensar el descenso de población por el crecimiento vegetativo negativo.

Por lo tanto, estos y otros datos relacionados muestran que la población de Bizkaia tiene una clara tendencia hacia su envejecimiento, y la población con 65 y más años ya representa el 24% de nuestra población (datos de Eustat de 2022) mientras que la llamada Tasa de dependencia (% población de 65 años o más sobre la población de 14 a 64 años) es ya 5 puntos superior en Bizkaia a la tasa media de la UE y 6-7 puntos superior a la del conjunto del Estado en el periodo 2014 a 2022.

La UE, que también elabora proyecciones futuras sobre las pirámides demográficas en los distintos ámbitos regionales de la Unión, apunta a una importante reducción en la población de Bizkaia, ya que pasaría de 1,14 millones de personas en 2023 a apenas 1,08 millones en 2050 y 0,93 millones en 2100. Señala, asimismo, que el envejecimiento de la población se acentuará notablemente, ya que la población de más de 64 años llegará a representar el 36% de la población de Bizkaia en 2050 y, algo menos, el 34%, en 2100. Ambos son valores muy superiores al 25% de 2023.

Con estos datos de las proyecciones europeas sobre la población de Bizkaia, podemos esperar, con toda lógica, un fuerte incremento en la mencionada Tasa de dependencia en nuestro Territorio. Si en 2023 esta se situaría en el 39,08% (33,3% en la UE y 30,8% en el Estado), en el más largo plazo la tasa de Bizkaia podría aproximarse, según estas estimaciones de la UE, al 70% en 2050, aumentando significativamente la brecha respecto a las tasas europea y española (19 puntos superior a la tasa europea y 10 superior a la tasa española).

Este dato es importante, puesto que la Tasa de dependencia nos proporciona, con todas las salvedades y prudencias debidas, una eventual aproximación a una tasa que relacione a la Población Inactiva (de más de 64 años) con la Población Activa (entre 15 y 64 años). Y, haciendo el ejercicio de trasladar este dato al sistema de pensiones de jubilación, podría entenderse como una aproximación al cálculo del ratio de “número de pensionistas por cada 100 afiliados a la seguridad social”. Es así como podríamos aventurarnos a afirmar que, en 2050, en Bizkaia, por cada 100 cotizantes, podrían existir 69,50 pensionistas.

Resulta innegable que esta cuestión demográfica tiene un efecto directo y relevante en el modelo actual de pensiones por el creciente gasto público que acarrea, y que en Bizkaia se acentúa por el mayor valor de la pensión media respecto a la pensión media por jubilación en el conjunto del Estado.

Y aunque es obvio que este destino de dinero público es uno de los pilares básicos de nuestro Estado del Bienestar y que, en la comparativa con el conjunto del Estado sobre la pensión media podemos concluir que nuestros mayores disfrutan de un mayor bienestar económico por estas mayores pensiones, no deja de suponer un mayor esfuerzo público que en el resto del país.

Es por ello que, ante las cada vez más frecuentes y contundentes alarmas que escuchamos sobre el envejecimiento de la población y sus eventuales repercusiones, las posibles acciones a emprender deberían abarcar muy distintos ámbitos, y aunque soy consciente de lo fácil que resulta pontificar cuando la magnitud del problema es tan amplia y evidente, también lo soy sobre lo complicado que resulta llegar a diagnósticos compartidos. Sin embargo, llegar a ese mínimo denominador común de diagnóstico, así como a una visión compartida para el largo plazo sería absolutamente deseable, necesario e imprescindible.

Un primer paquete de medidas podría contemplar el fomento de la natalidad en Bizkaia, a través de ayudas económicas a los jóvenes (directas o indirectas, subvenciones, créditos y/o deducciones fiscales), y/o con normativas que faciliten la conciliación entre la vida profesional y personal de las personas residentes en Bizkaia.

En nuestro entorno más próximo hay ejemplos de cómo algunos países ya empiezan a emprender medidas. En Francia, sin ir más lejos, se ofrecen ayudas a las parejas jóvenes para el acceso a la vivienda, rebajas en las cotizaciones de las mujeres trabajadoras, permisos de maternidad o ayudas directas a la maternidad que apenas soportan retenciones fiscales, y que incluyen tanto primas por nacimiento o adopción como subsidios familiares a partir de los dos hijos con un complemento a partir del tercero. Además, ha impulsado una serie de políticas familiares que pretenden que padres y madres puedan conciliar el trabajo con la vida familiar, con complementos económicos para el cuidado de los niños hasta los seis años, o para la decisión de suspender o reducir la actividad laboral para atender a los hijos.

Otro capítulo de medidas debería enfocarse a los flujos migratorios para, por una parte, evitar o ralentizar la “fuga” de población joven y para, por otra, atraer inmigrantes jóvenes. En este campo, estaríamos hablando de medidas más complejas y a más largo plazo, que tendrían que ver con la mejora de la oferta educativa para los jóvenes, y que resulte más atractiva para evitar la marcha de nuestros jóvenes hacia centros universitarios o de formación profesional de otros lugares. Paralelamente, se deberían plantear medidas encaminadas a la mejora de la oferta profesional con la captación para Bizkaia de empresas de vanguardia y atractivas para la juventud. En definitiva, perseverar en toda la pléyade de acciones públicas, que ya se vienen ejecutando, todas ellas encaminadas a hacer de Bizkaia un lugar con excelentes ofertas educativas y profesionales y con una elevada calidad de vida.

Y, en tercer lugar, aunque no menos importante, sería importante seguir repensando el modelo de las pensiones públicas, puesto que, al igual que está sucediendo en otros países con economías avanzadas, el envejecimiento de la población está afectando a las finanzas públicas por el incremento de la factura sanitaria y de las pensiones, y las alertas y dudas sobre la viabilidad del modelo actual siguen sobre la mesa.

La reformulación del sistema de pensiones no puede resolverse con fórmulas simples exclusivamente basadas en mayor gasto público, sino que requiere nuevos y profundos cambios de mentalidad. El modelo reformulado podría apostar por soluciones complementarias a la pensión pública como son los planes de pensiones y las entidades de previsión social voluntarias (EPSV), de las que en Euskadi tenemos muy buenas prácticas.

En definitiva, se tendría que apostar por que sea el momento para empezar a acometer este reto de forma inmediata, puesto que los datos no dejan lugar a dudas sobre la problemática que provoca el envejecimiento implacable e inevitable de la población.

Aunque no cabe duda de que, desde el punto de vista del bienestar social es muy deseable alargar la vida de los ciudadanos de Bizkaia, el reto que encontramos en las cuentas públicas es inapelable. Menos jóvenes deberán afrontar el creciente coste de las pensiones de jubilación (con mayores cotizaciones o con mayores periodos de cotización), y/o también se podrían tomar decisiones de recortar las pensiones, lo que mermaría indudablemente uno de los grandes logros de nuestro Estado del bienestar. Así lo hacemos ver como Cámara de Comercio de Bilbao y así también vamos a trasladarlo, unidas, las Cámaras de Comercio del Arco Atlántico.

Las decisiones políticas que se tomen deben contrarrestar lo antes posible estos alarmantes pronósticos para nuestro futuro económico y social que amenazan, en gran medida, a Bizkaia.

Secretario general de la Cámara de Comercio de Bilbao