LA irrupción de la pastora evangélica, colombiana, Yadira Maestre, en un acto del Partido Popular, el pasado 25 de marzo, ha podido responder a un error de cálculo. Europa no es América Latina y los pronósticos apocalípticos tienen un muy limitado recorrido, al igual que los discursos exorcistas y las prácticas sanadoras. Es lógico que desde las filas populares se hayan dado reacciones de sentir vergüenza negando vínculos entre el partido y la iglesia Cristo Viene, fundada por Yadira. Pero lo cierto es que, a partir de ese acto, la presencia de pastores y pastoras evangélicas en actos de apoyo a Núñez Feijóo se repite. Con menos de un 4% de creyentes evangélicos en el conjunto del Estado español y un 8% en Madrid, no hay motivos de alarma, si bien lo significativo reside en la novedad y en la advertencia de que la unanimidad católica comienza a tener grietas y hay cambios de tendencia.

El movimiento evangélico, cada vez más político

Lo cierto es que cuando pensamos en la realidad de las iglesias evangélicas, nuestra mirada intelectual fija su atención en América Latina. Es en esta región del mundo donde el catolicismo se encuentra en declive al tiempo que un mosaico de congregaciones evangélicas gana terreno y desplaza a una iglesia monopólica y jerarquizada.

Las iglesias evangélicas llegaron a América Latina a finales del siglo XIX de la mano de proyectos misioneros estadounidenses. Avanzado el siglo XX fue el pentecostalismo el que dio un paso al frente para oponerse a la Teología de la Liberación que fue creación de curas y religiosas católicas, de la mano de Gustavo Gutiérrez, Leonardo Bolf, Enrique Dussel, Jon Sobrino, Ellacuría, Juan José Tamayo, etc. A esta corriente se unió la Teología Feminista de la Liberación que comenzó a tomar entidad en 1979 con el Primer Congreso de Mujeres Teólogas realizado en México a fines de ese año que, casualmente, fue el año de la caída de Somoza en Nicaragua. Esta corriente religiosa feminista se consolidó en el segundo y tercer congresos, realizados en 1985 en Buenos Aires y 1993 en Río de Janeiro.

La Teología Feminista de la Liberación pone énfasis en la crítica al patriarcado en la Iglesia católica y en la necesidad de redefinir el rol de las mujeres en la institución, desde un enfoque democrático y de igualdad. Defiende asimismo el compromiso con las mujeres pobres que son la referencia para una conversión moral y política permanente. Algunas de las mujeres comprometidas con la teología feminista de la liberación son Elsa Támez, María Pilar Aquino, Ivone Gebara, María Clara Bingemer, Clelia Luro y la teóloga María López Vigil.

Lo cierto es que el cristianismo evangélico se está difundiendo en la actualidad con sorprendente rapidez en toda América Latina, y de manera más acelerada en Centroamérica. En los últimos cuarenta años el número de evangélicos ha experimentado incrementos exponenciales en la región. Esto supone que la vieja visión del mundo y del sentido de la vida enfrenta un mercado espiritual cada vez más segmentado e inclinado hacia creencias insostenibles desde la razón, como la cura del cáncer en vivo y en directo que practica Yadira Maestre (escenificó el ritual de curación del cáncer en el mencionado acto del PP, si bien no tuvo éxito). Puede afirmarse que el monopolio religioso de una iglesia global, jerarquizada, con una visión del mundo, es cosa del pasado.

En el caso de Centroamérica se observa un crecimiento del neopentecostalismo en la región. El movimiento neopentecostal se ha lanzado a recuperar la familia nuclear, heterosexual basada en la subordinación de la mujer, frente a lo que se considera una amenaza derivada de cambios culturales y normativos relacionados con los derechos sexuales y reproductivos. Este enfoque funcional del movimiento evangélico invoca el discurso político de la extrema derecha estadounidense. Precisamente el pentecostalismo apadrinado desde Estados Unidos es la corriente que más ha crecido en poco tiempo.

En Centroamérica, en los últimos cuarenta años, el número de evangélicos experimentó incrementos exponenciales. Si en Guatemala ya es evangélica el 40% de la población, en los otros países de la región los porcentajes oscilan entre el 15% en Costa rica y el 43% en Honduras, y un porcentaje del 32% en El Salvador. En Brasil se declaran protestantes 65 millones de personas, un 31% de la población. Esta fue la plataforma que lanzó a Jair Bolsonaro a la presidencia de la república. Motor de este rápido crecimiento son las iglesias pentecostales que saben explotar las potencialidades emocionales de sus feligreses, sobre todo en los sectores sociales más pobres y culturalmente atrasados. Esta población se focaliza especialmente en barriadas marginales. Según expertas y expertos, en América Latina los pentecostales son al menos las dos terceras partes de todos los protestantes. En el caso de creyentes evangélicos pertenecientes a clases medias altas, las iglesias bautistas e históricas son de su preferencia (son aquellas nacidas de la Reforma Protestante de Lutero).

Lo que de las iglesias pentecostales impresiona tal vez más al observador externo es la religiosidad de sus adeptos –que asume formas exageradas– y las promesas de sus pastores, telepredicadores, y de los simples voluntarios, asiduamente atareados en la misión de anunciar la curación inmediata de enfermedades terminales, la solución de graves problemas familiares y la prosperidad económica como resultados seguros de la conversión.

Paola Bolognesi, italiana y ex atleta olímpica nacida en Génova, hizo un estudio del evangelismo en Nicaragua, donde es protestante el 26% de la población. La extraordinaria variedad del pentecostalismo en Centroamérica tiene que ver, según Bolognesi, antes que nada, con las modalidades de su llegada a la región. Con su primera difusión, entre el siglo XIX y XX, lograron implantar decenas de misiones distintas, procedentes fundamentalmente del sur de Estados Unidos, con distintas tradiciones. Lograda una estabilidad, las misiones delegaron progresivamente la organización y la gestión de sus actividades en personal nativo que adaptó sincréticamente a su propio contexto los métodos y estilos de los evangelizadores extranjeros, dando así origen a distintas versiones de pentecostalismo, incluso al interior de una misma denominación.

En su estudio, la experta italiana identifica cuatro características que son denominador común entre las distintas iglesias. Así es como pueden trazarse características que todas comparten y que sirven para definir lo que es, a grandes rasgos, la religión pentecostal. Son cuatro sus características. “El fundamentalismo, que lleva a una particular interpretación de todo lo que ocurre en el mundo, así como a claros roles sociales y a un estilo de vida muy disciplinado y puritano. Una religiosidad muy emotiva, basada en un contacto directo con Dios por medio de momentáneas posesiones del Espíritu Santo. Un liderazgo muy fuerte y carismático. Y el imperativo categórico de evangelizar a toda la humanidad”.

Podríamos clasificar al neopentecostalismo como iglesias locales organizadas alrededor de un pastor o pastora que vive en el entorno de la comunidad que dirige. En cambio, las iglesias evangélicas luteranas, metodistas, calvinistas, bautistas, menonitas, presbiterianas y otras funcionan como instituciones que compiten con las iglesias católicas y ortodoxas. Pero también hay que recordar que la implantación y expansión del movimiento evangélico tuvo como objetivo más inmediato levantar un muro que neutralizara el avance de la Teología de la Liberación. Desde Estados Unidos se planificó en consecuencia una campaña de la que participó directamente el Papa polaco, Juan Pablo II, cuyo momento estelar fue su reprimenda al poeta trapense Ernesto Cardenal. La foto de Cardenal arrodillado frente a un pontífice beligerante marca la máxima tensión entre dos irreconciliables teologías.

Los evangélicos ultraconservadores, especialmente los pentecostales, empezaron a involucrarse en la política en los años 90. Desde entonces siguen dando pasos con decisión y ya cuenta con un 12% de votos en Uruguay, el país más laico del continente americano. Como digo, no será fácil la expansión evangélica en una sociedad como la nuestra cada vez más laica. Veremos si el estreno de Yadira Maestre en actos de la derecha española, se confirma. No creo que el exorcismo y sus peleas folklóricas con el diablo sean muy útiles al PP. l

Politólogo especialista en Relaciones Internacionales y Cooperación al Desarrollo