POR desgracia, Aralar estamos siendo motivo de continuas apariciones mediáticas motivadas por el debate interno y la decisión tomada en relación al futuro político y el camino emprendido de acuerdo estratégico con Batasuna. A la descarada intencionalidad de muchos medios para dar dimensión desproporcionada a las noticias colabora la desleal actuación de aquellos militantes que, habiendo debatido y perdido sus propuestas, se niegan a aceptarlo y muy al contrario han adoptado una actuación bajo la máxima de morir matando.

Respeto a la mayoría de las personas que han mantenido esas posiciones políticas en el debate. Con ellas he trabajado y compartido estos años y no pocos momentos difíciles, pero no puedo comprender a aquellas otras que, no aceptando la decisión democrática de la mayoría de la militancia, están dedicando sus esfuerzos a hacer daño al partido.

Todas las posiciones y evoluciones políticas son legítimas, pero a nadie en la calle, en la sociedad o al resto de fuerzas políticas del país, les extraña o sorprende la adoptada por Aralar de iniciar el encuentro con Batasuna. Aralar siempre ha dicho públicamente cuáles eran sus señas de identidad y así nos han considerado la sociedad y los demás partidos. De la misma forma, siempre hemos defendido públicamente nuestra vocación y deseo de que se dieran las condiciones de superación de la violencia, o el fin de ETA, para buscar el encuentro de la izquierda abertzale del futuro.

Sorprende por el contrario que quienes han ayudado a fortalecer Aralar y lo han hecho sabiendo que siempre hemos trabajado interna y externamente como una organización de izquierda abertzale, hoy, cuando las tesis de Aralar sobre la evolución, pacificación, normalización, fin de ETA, víctimas o presos se han ido consiguiendo, sea ahora, cuando dicen que no, que hay que romper con esa identidad y con estos años de trabajo.

Aralar siempre ha sido un partido dentro de la izquierda abertzale, por su origen y por el de sus militantes procedentes de HB. Quienes se incorporaron a Aralar sin haber vivido ni conocido la otra izquierda abertzale podrán tener una visión diferente de estos años, pero nunca podrán decir que su decisión de incorporarse al partido la hicieron en desconocimiento de la pertenencia de Aralar a ese espacio de izquierda abertzale.

Aralar no está haciendo, como argumentan repetidamente quienes nunca han mostrado simpatía hacia nosotros, un viaje de ida y vuelta. Aralar está haciendo un recorrido cuyo camino, alforjas y meta estaba perfectamente clara y definida desde su inicio y que hemos mantenido firme y fielmente durante estos doce años. Todo ello a pesar de no pocas dificultades salvadas y ampliamente reconocidas por la propia sociedad.

Desconozco cuál sería la alternativa última de quienes han reaccionado de forma tan virulenta contra la decisión democrática de la mayoría del partido. Si dicha reacción supone el no al acercamiento a Batasuna y a esa izquierda abertzale del futuro, ¿cuál es su propuesta? ¿Acaso plantean disolver el partido por haber cubierto ya sus objetivos con la pérdida del capital político, ideológico u organizativo? ¿Plantean abrir una tercera vía entre la IA y PNV en un país atomizado políticamente y que si algo necesita es de encuentros y alianzas? ¿Creen que es mejor acercarnos definitivamente al PNV en busca de esa política cómoda, ideológica y posibilista? ¿O quizás desean convertir a Aralar en un partido navarro al servicio de Nabai, como solo aciertan a decir para justificar su posición, algunos, incluso desde Bizkaia o Gipuzkoa?

Reconozco la aportación realizada por muchas de estas personas al proyecto de Aralar y en especial la de aquellas que lo han hechos desde sus compromisos públicos, institucionales o internos, pero no puedo aceptar el argumento de que Aralar no les ha dado nada a ellas. La referencialidad política que hoy les permite hacer lo que hacen, su presencia social y mediática, su cómodo modus vivendi de estos años, o los cargos institucionales que ocupan los han conseguido gracias a su pertenencia a Aralar. Gracias a ser designados por la militancia y solo por ello. Olvidarse de ello y escapar ahora con la mochila llena es cuando menos injusto hacia el partido y su militancia.

La militancia en los partidos es voluntaria, su entrada o salida es siempre una decisión personal que debe ser respetada. Quien en un momento dado está dispuesto a tirar por la borda esos principios o la ética política de izquierdas que dice defender, buscando justificar, no unas ideas minoritarias sino su propia no aceptación de las mayoritarias de los demás o la no renuncia a un cargo público. Con estas actitudes están desnudándose personalmente ante la sociedad, que en ultimo término será quien coloque a cada una en su sitio.

Aralar ha hecho en estos años un recorrido serio y coherente y una aportación política importante a este país y a la sociedad vasca. Da la sensación de que hay sectores inmovilistas atrincherados, en todo el espectro ideológico, que se resisten a aceptar la evolución política y social de Euskal Herria. Frente a ello, en Aralar debemos seguir nuestro recorrido como partido, todavía muy necesario, para conseguir que los grandes avances producidos en estos dos años se consoliden y sean definitivos. Igualmente, debemos mantener nuestra apuesta para colaborar, limar las diferencias y aprender a volver a trabajar juntos para que esa izquierda abertzale zibil zabal que este país necesita sea una realidad.

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