PERE Aragonès se ha sacado de la chistera el enésimo remake de propuesta de referéndum, que acabará donde todos los que le han precedido, cuando aún resta un mes para que arranque la campaña electoral catalana. Y, entre tanto, la vasca dormita el sueño de los justos porque ni los Aberri Eguna son ya lo que eran. Señalaba el último Sociómetro que el sentimiento independentista se ha tirado por el precipicio y solo anida en el 22% de la sociedad, aunque más bien habría que precisar que lo han empujado a lanzarse, toda vez que las dos fuerzas soberanistas del país parecen reducir la cuestión identitaria a cosa de cuatro nostálgicos para primar cuestiones sociales que deben ser ahora ingredientes para amasar votos como si la pasada legislatura, o la anterior, o cualquier otra, hubieran carecido de importancia. Que los achaques de salud o los cuidados de los mayores deben ser cosa pospandémica y antes todo transitaba por generación espontánea. Ocurre con esto como con la moraleja de la recomendadísima obra teatral The Book of Mormon, sátira mordaz de la religión que evidencia que uno es capaz de tragarse cualquier cuento si se abre a asumirlo como creencia aunque en el fondo sepa que le están dando gato por liebre. No hay nada como cuatro eslóganes y el llamamiento al Apocalipsis para hacer fieles, hasta que al guion se le ven las costuras. Y cuando baje el telón, hasta la próxima. Normal que el ateísmo político gane adeptos. l

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