pesar de haber cursado un posgrado de altura con el coronavirus, asoma la viruela del mono y no se puede evitar la inquietud. ¿Va a ser siempre así a partir de ahora? ¿Cuántas vacunas vamos a llevar a cuestas? ¿No sería mejor parar la globalización y que cada uno se quede en su casa con sus enfermedades? Son preguntas de la calle. Hemos pasado de la pandemia china al brote de la monería y también hemos encontrado ya un colectivo a estigmatizar. Ni lo mencionaré para no engordar el caldo. La vacuna del covid ha sido determinante en la batalla que todavía seguimos librando, pero también lo ha sido sacar el virus del escaparate. Sigue habiendo contagios y muertes, sin embargo, el problema se ha trasladado a la trastienda y eso genera una enorme tranquilidad. La economía crece, el paro baja... Lástima lo de la inflación, aunque solo por el efecto espejo con el año pasado empezará a bajar en breve. De modo que cuando los precios se sitúen en el 5%, también respiraremos aliviados. Lo haremos sin tener en cuenta que el dinero habrá perdido valor durante doce meses y que la cesta de la compra seguirá por las nubes. Enhorabuena a los que les han subido el sueldo este año. Y pese a todo la economía crece, el paro baja... La carretera está llena de curvas: pandemia, guerra, inflación... pero el coche mantiene el rumbo a costa de perder velocidad y, seguramente, acelerando en el capítulo de las desigualdades. A algunos siempre les toca la china o la monería. l