La noticia del fichaje de David Broncano me causa un profundo desagrado, enojo e irritación.

RTVE, ente público, sufragado con nuestros impuestos, va a dilapidar 28 millones de euros provenientes del sudor del contribuyente, para torpedear, zancadillear a un programa que se emite en una cadena privada y cuyo presentador no es del agrado del Ejecutivo al no plegarse a sus deseos e intereses; resulta inadmisible que la televisión pública actúe de una manera espuria con nuestro dinero.

Un agravio comparativo indecente, a saber: los pacientes de ELA llevan mucho tiempo exigiendo, suplicando, que se les escuche para atender sus justas reivindicaciones; la Guardia Civil debe luchar contra el narcotráfico con una sangrante, nunca mejor dicho, inferioridad de medios para derrotar a esa lacra letal para la sociedad. Necesidades acuciantes de todo tipo son aparcadas sine die, aplazadas ad calendas graecas, porque el presupuesto no da de sí, no puede estirarse como si fuera un chicle.

La televisión y radio públicas no pueden ser utilizadas de una forma tan obscena, hiriente y partidista, gobierne o desgobierne quien sea; exigimos programas de calidad: informativos, culturales, entretenimiento, etc. al servicio del pueblo y no del gobernante de turno.

Fijémonos en otros países; BBC y France 24 demuestran día a día cómo debe ser la programación de una cadena pública; sé de lo que hablo como telespectador asiduo de ambas.

Han contratado a un tal Broncano como marioneta al servicio del poder y humildemente digo, no con mi dinero y si fuera menester: Bronca, sí. Menos adoctrinamiento y más pluralidad.