Hay ocasiones en los que a uno se le queda cara de tonto y a mí me sucedió el otro día. Compré hace dos días en un súper un producto que anunciaba “pruébelo gratis”. Para ello había que conectar con la web de la empresa que produce el artículo, rellenar unos datos y, voilà, te reembolsaban el dinero abonado. Bien, pues lo adquirí e intenté “probarlo gratis” pero en la web solo aparecía una promoción por la que te abonaban 1 euro. Antes de desistir volví a leer la caja del producto y allí encontré la solución: la promoción caducaba en noviembre de 2014. Vaya, que casi ha pasado un año.
Lorea Agirre Basauri