Sabido es que los procesos de divorcio son una pequeña guerra en la que alguna de las partes, si no las dos, sacan lo peor de sí mismos. Lamentablemente, en algunos casos el derecho prevalente que son los niños se convierte en arma arrojadiza para obtener bienes y dinero. Esta actitud es, cuando menos, criticable por no decir asquerosa. Si la custodia no llevara consigo uso y disfrute de bienes y pensiones a favor (de los críos), quizá muy pocas mujeres solicitarían la custodia. Por otro lado, la utilización de denuncias a través de la ley integral de violencia de genero (recordemos que en ella funciona el principio de culpabilidad) para conseguir que las opciones del varón respecto a la custodia compartida son un elemento que demuestran la bajeza moral y la podredumbre ética, no solo de aquellos que la practican, sino también de los que la amparan. Entraría dentro de las trapacerías que, si no tuviera mayores consecuencias, se quedarían en trapacerías, pero que conllevan unas implicaciones y derivaciones graves para el varón y para los menores implicados en este tipo de divorcios.