NO podemos acostumbrarnos a los horrores de la guerra, ya de por sí un espanto. Pero menos aún a la atrocidad, a la ignominia. A la infamia. En Jan Yunis (sur de Gaza) han encontrado una fosa común con cerca de 300 cuerpos, entre ellos ancianos y mujeres, algunos con las manos atadas. Parece evidente que se trata de un nuevo crimen de guerra israelí. Más de 34.000 muertos después, la única reacción a tanta brutalidad ha sido la dimisión del jefe de la inteligencia, pero no por algo relacionado con el genocidio sino por no haber evitado los ataques de Hamás del 7 de octubre. Obligada pero insuficiente. ¡Basta!