LA fachada de la sede principal de EH Bildu en Bilbao está decorada con la famosa foto de su candidato Pello Otxandiano y varias ilustraciones de “Athleeeeetic” y “Eup!”, firmadas con sus siglas. En la de Sabin Etxea hay una muy sutil referencia también a la final. ¿Será EH Bildu del Athletic? En todo caso, lo será “de cualquier equipo vasco que juegue una final”, pero nunca pondrá esas referencias en sus sedes de los otros territorios. Lo que sí indica esto es que el marketing político se impone hoy en día y que últimamente, y mucho más ahora, EH Bildu se ha destapado como un alumno muy aventajado de esas técnicas que la izquierda abertzale ha denostado durante cuatro décadas. La imagen se impone por encima de ideologías. Hace unos días, Otxandiano apareció nada menos que en el Palacio Miramar de Donostia acompañado de cinco personas que han ejercido en el pasado el cargo de consejeros o consejeras del Gobierno vasco: Joseba Azkarraga, Tontxu Campos y Esther Larrañaga, de EA; Javier Madrazo, de Ezker Batua-IU; y Gemma Zabaleta, del PSE, que quisieron transmitir su apoyo al candidato de EH Bildu. Una imagen que, como todas, vale por mil palabras, pero sujeta a muchas interpretaciones. Probablemente quiso trasladar respaldo cualificado, capacidad de gestión y responsabilidad institucional que muchas veces ha despreciado gran parte de ese sector político. Pero esto también tiene su vuelta, en especial en lo referente a la propuesta de EH Bildu, que viene a ser una enmienda a la totalidad a lo hecho hasta ahora en Euskadi por los diferentes gobiernos: todo está mal y nosotros venimos a arreglarlo. Los consejeros y consejeras de esa foto –y otros de EA–, por ejemplo, han gestionado áreas importantes como Justicia, Empleo, Educación, Medio Ambiente, Ordenación del Territorio, Vivienda, Asuntos Sociales... que ahora resulta que hay que cambiar de arriba abajo. ¿No tendrían ellos y ellas ninguna responsabilidad en el famoso “deterioro”? ¿Solo para lo bueno, para lo positivo? ¿Para el marketing?