HAY debates seculares, eternos, inabarcables pero que hay que tener. Desde tiempos brumosos, nuestros antepasados han discutido acaloradamente sobre la cuestión que resume clara pero quizá de forma ampliamente la expresión “el fuero o el huevo”. Resumidamente, se trataría de la elección entre lo material, lo tangible, el fruto de algo (el huevo) o la defensa de la capacidad propia, del derecho a obtener el beneficio o el provecho de ese algo (el fuero). En la historia reciente, esa dicotomía se ha planteado en diversas ocasiones, en especial en política, y en relación al autogobierno. Sonará a viejo y caduco, pero es una cuestión esencial. El Concierto Económico que permite a las haciendas forales vascas recaudar y gestionar los tributos es el ejemplo claro de fuero. El huevo nos lo ganamos a pulso. Porque en vez del dichoso ovum –o una docena, si la cosa va bien– si lo hiciésemos mal podría salirnos una castaña. Y no, no es lo mismo. El reciente contencioso con la Ley de Vivienda española es un ejemplo ilustrativo. Hay quienes han apostado por el presunto beneficio que ofrecerá la norma a la ciudadanía vasca pese a que Euskadi cuenta con su ley propia y que podría invadir las competencias o diluirlas en un centralizador y uniformizador café para todos frente a quienes defienden y reclaman la primacía del ejercicio del derecho propio. Es decir, para los primeros no importa quién lo haga, aunque sea el Estado otrora invasor y opresor –al estilo de aquello que repetía Felipe González: “Gato blanco o gato negro, da igual; lo importante es que cace ratones”– mientras que para otros lo sustancial es tanto el quién como el cómo. Elegir el huevo también tiene su peligro añadido. En este caso imaginemos que en no mucho tiempo el PP –¿quizá una tal Isabel Díaz Ayuso?– gobierna en España, hipótesis nada desdeñable, y que revierte, entre otras, la Ley de Vivienda en el sentido más neoliberal. ¿Tendría el mismo derecho? ¿Quién y cómo defendería Euskadi, herido ya su autogobierno, su competencia, su fuero? Porque, ¿qué fue antes, el fuero, el huevo... o la gallina?