GOLDA Meir, nacida en Kiev el año 1898 y fallecida en Jerusalén en 1978, fue primera ministra de Israel durante diez años, entre las décadas de los 50 y 60 del pasado siglo. La señora Meir solía decir que el pueblo judío después de haber sufrido el Holocausto tenía derecho a actuar como considerara oportuno en cada situación. Por algo fue llamada la Dama de Hierro. Por otra parte, el periodista judio Gideón Levy en una reciente disertación daba su opinión sobre el proceder judío, recalcando que los judíos en un importante porcentaje, no solo los ultra ortodoxos, se consideran el pueblo elegido de Dios. Explica que los israelies se creen superiores a los palestinos, que el pueblo judío se ha deshumanizado y que no conoce cuales son los verdaderos principios y valores de sus compatriotas.

Decir “Nuestra vieja Europa”

Hace unas semanas oíamos a António Guterres, secretario general de la ONU, en la reciente Asamblea de las Naciones Unidas, que el ataque terrorista de Hamás del 7 de octubre no ocurría de forma fortuita, que había antecentes como las ocupaciones de los colonos judíos de los territorios palestinos, que habían sido adjudicados y aceptados por todas las partes (Isaac Rabin, Bill Clinton y Yasser Arafat) en la Conferencia de Oslo de 1993. La respuesta del representante de Israel en la Asamblea al Sr. Guterrez fue: ¿pero en que mundo vive usted?

Josep Borrel, alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, hace unos días decía con respecto a la invasión de Gaza por parte de Israel: “Europa, los líderes europeos, no hacemos otra cosa que decir expresiones testimoniales sin efecto práctico alguno”. Dominique de Villepin, ex primer ministro de Francia, en una reciente entrevista decía: ¨Por cada bomba que cae sobre una ambulancia o una escuela, decenas de nuevos terroristan nacen y se levantan”. Por todo el mundo, estan surgiendo movimientos y manifestaciones, como era de prever, en contra del indiscriminado ataque israeli a la Franja de Gaza, al tiempo que París se manifiesta en contra del antisemitismo. ¡Pero no se trata de antisemitismo!, nos rebelamos contra el ataque de un Estado democrático contra una población civil indefensa.

Fue en 2006 cuando el grupo terrorista Hamás se presentó a las elecciones palestinas –con el visto bueno de Occidente– que esperaba llevarle al juego político, confiando que no ganase las elecciones. Pero resulta que las ganó, y a pesar de ello, Hamás no fue admitida en los foros internacionales. Hamás no desarrolló actividad violenta alguna durante un año. Posteriormente, reinició sus acciones terroristas. La más reciente, la ejecutada el 7 de octubre con el lanzamiento de cientos de misiles y ataques con tropas en territorio israelí, que produjeron la muerte de más de 1.400 israelíes y el secuestro de unas 230 personas. No es asumible suponer que el gobierno israelí conociera de antemano el ataque de Hamás, ¿pero cómo es posible que los eficaces servicios de espionaje israelíes, que se supone tendrán cientos de infiltrados en la Franja –aún entre los supuestos 35.000 milicianos de Hamás–, no se percataran de movimientos logísticos de cientos de misiles y de miles de milicianos en zona tan reducida?

Sabemos que el desprestigiado primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, cuenta con el apoyo de 19 parlamentarios ultraortodoxos, pero nos asombra leer en la prensa que el 85% de los israelíes apoyan el ataque e invasión indiscriminada en la Franja de Gaza. ¿Es posible que tres generaciones después del Holocausto el ciudadano israelí conserve ese sentimiento? Los árabes nada tuvieron que ver con aquello, y todo el problema surgió a partir de la ocupación del territorio palestino por el nuevo Estado de Israel constituido en 1948 (Ben Gurión); al tiempo que el ejército brítánico se retiraba de su Protectorado

Y ante la masacre terrorista que se está produciendo sobre la población civil en la Franja de Gaza, con la muerte de miles de niños e inocentes, por bombas, falta de alimentos, agua y electricidad, bloqueo de servicios sanitarios, etc., llevado a cabo por un estado miembro de Naciones Unidas; la respuesta de los dignatarios occidentales es tímida, totalmente ineficaz. ¡Nuestra culta Europa del Renacimiento, heredera de los principios de la Ilustración e impulsora de la Declaración de los Derechos Humanos! Es por todos conocido el poder de la comunidad judía en EE.UU., pero, ¡en nuestra vieja Europa!, ¿son los intereses de tal magnitud que nos llevan a soslayar nuestros principios y valores más básicos? ¿Por qué a Rusia tanto castigo y ninguno a Israel?

Analista