ANA es una perspicaz seguidora que, como otros muchos, se ha dado cuenta de que el sector lácteo es una de mis debilidades y es por ello por lo que hoy pretendo aportarle algo de luz, ante las consideraciones que me ha hecho llegar en un comentario a un artículo anterior sobre las dudas que le genera comprobar unos altos precios en el lineal mientras los ganaderos claman por su falta de rentabilidad.

Reconociendo que es harto difícil saber lo que está ocurriendo a ciencia cierta en la cadena láctea, quisiera aportarle unos pocos datos con los que estimo que le será más fácil captar lo que estamos viviendo.

Primero, el 92% de la leche se vende a la distribución organizada, por lo que es bien sencillo deducir la fuerza que tiene la distribución, el último eslabón de la cadena, en el momento de condicionar el devenir de esta.

Segundo, en todas las cadenas de distribución se comercializan tanto leche de marca de fabricante (Kaiku, Asturiana, Puleva, Pascual, etc...) como leche de marca de distribuidor, popularmente conocida como marca blanca, que según los últimos informes de consumo, alcanzan el 56,6% del total de leche y además, aunque a algunas cadenas les cueste reconocerlo públicamente, muchas de ellas tienen una marca, bien propia bien una marca menor de los fabricantes, que son el sumidero y con las que hacen las ofertas más escandalosas con las que romper el mercado.

Tercero, dentro del 60% que supone la marca blanca, la leche líder es Hacendado de Mercadona, que atesora un 27,6% del total de la leche mientras las siguientes cadenas rondan el 5-6%.

Cuarto, tras años de leche de marca blanca con precios congelados en torno a los 0,58-0,59 euros, tras la escalada de costes de producción, tanto para el ganadero como para el resto de la cadena láctea y tras una sucesión de protestas ganaderas por todo el Estado, el PVP (precio de venta al público) se ha actualizado hasta el entorno de 0,78-0,79, un precio, dicho finamente, con el se incumple flagrantemente la Ley de Cadena Alimentaria.

Quinto, las cadenas de distribución, verdaderos especialistas en logística, viven del margen que aplican a todos aquellos productos que mueven y comercializan pero, en el momento de aplicar márgenes, por ejemplo, a la leche, tal y como recientemente informaba el presidente de Promarca, Ignacio Larracoechea, no marginan lo mismo a la leche de marca blanca que a la de fabricante y así, mientras a la marca blanca se le aplica un margen de un 7,6%, a la de fabricante, para compensar lo anterior, se le aplica de un 33,2%.

Sexto, el umbral de precios de la leche se estructura en un doble nivel. Por una parte, está el nivel de la marca blanca, donde el líder, Mercadona, fija su PVP (actualmente en 0,79) y las cadenas de la competencia, salvo excepciones, fijan la suya algo por debajo. Por otra parte, está el nivel de la marca de fabricante donde la marca líder, Asturiana, con un 15% de cuota, establece el PVP de fabricante más bajo de todos, ubicándose, actualmente en torno a 0,99, en la media entre la marca blanca y las marcas de fabricante más caras.

Séptimo, los movimientos de precios al consumidor, en primer lugar, se dan entre las marcas blancas, gracias a un eficaz servicio de espionaje mutuo y posteriormente, se traslada al conjunto de las restantes marcas, por aquello de mantener las distancias entre leches, permítame la maldad, de clase baja (marca blanca) y alta (marca de fabricante).

Ocho, la asfixia que vive el sector ganadero ha provocado que se reduzca la producción de ganaderos, vacas y volumen de leche por lo que, industrias y cadenas de distribución, comienzan a preocuparse ante una notable reducción de producto que conllevará una lucha fratricida por adquirirla, pero los beneficios de esa lucha a modo de precios altos parece que solo llegan a las explotaciones más grandes mientras el resto se queda a dos velas.

Nueve, en un mercado lácteo europeo con precios más altos que aquí, apenas entra leche de Francia, y así, cuando los jefes de compras de las industrias salen, nunca mejor dicho, de compras, resulta conveniente ir con la cartera llena y en eso, las marcas de empresas multinacionales (principalmente, Lactalis) tienen la ventaja de tener el bajo colchón lleno de dinero mientras las empresas locales, sobre todo aquellas con mayor presencia de marca blanca, andan con la cartera raquítica y bajos de oxígeno.

Diez, las industrias lácteas que han comprado caro, tirando la casa por la ventana, se encuentran, por una parte, que la leche destinada a marca blanca se vende a un precio bajísimo, en línea con lo prefijado por la cadena líder, mientras que la leche destinada a marca de fabricante se posiciona en el lineal a unos precios altos, con diferencial de 30-35 céntimos con respecto a la leche de marca blanca, lo que hace reducir sus ventas, en un contexto inflacionista y con un consumidor hipersensible ante la carestía de la vida y por otra parte, las cadenas de distribución con marca blanca potente, con su política de precios bajos, consiguen por una parte ganar cuota de mercado, utilizando la leche como anzuelo para atraer al consumidor a sus establecimientos, y además, de paso, como quien no quiere, ahogan a las industrias cuya leche de marca de fabricante no sale de sus almacenes con la celeridad que quisieran o necesitan.

¿Quién ganará la batalla entre ambos bandos? No lo sé, lo que sí está claro es que los muertos en batalla, los ponen los ganaderos. l

* Miembro del sindicato ENBA