OS Juegos Olímpicos de Tokio clausurados ayer han ganado en humanidad. La burbuja en la que han vivido los deportistas nos ha mostrado, además de sus proezas olímpicas, su lado más humano. Hemos visto a campeones y campeonas derrumbarse, dar un paso atrás ante la presión insoportable, huir, llorar no por no haber ganado, sino por sentir su propia vulnerabilidad. Nada que ver, por cierto, con lloriqueos tipo Messi. Hemos visto a mujeres de oro siendo madres y a otras que han antepuesto su vida al deporte. Son dioses y diosas a escala humana.