ICIEMBRE tiene escrita a toda página "Navidad". En la calle hay luces, como todos los años, y, como todos los años, empezamos la última página del calendario con la sensación expectante de novedad. Y sí, hay novedades. La Navidad va a ser distinta, como distintos son los días en que el covid-19 ocupó el protagonismo de nuestra vida y la de todos los habitantes del mundo. Somos otros y para esos otros se van a dibujar unas fiestas de diseño. Aún desconocemos cómo vamos a adaptarnos al patrón que nos marca la nueva situación. El numero de invitados a la mesa es solo una anécdota de las inexplicables circunstancias que van a rodear -siguen rodeando- nuestro día a día. ¿Habrá pavo, champán, turrones y regalos? Usted que me lee: ¿tiene humor y ganas de celebraciones? Si responde afirmativamente, la Navidad sigue siendo importante. Escoja su mejor mantel, ponga una sorpresa debajo de cada plato, encienda las velas y ya es Navidad. Seguro que los que estén mirándole al levantar las copas son los que usted quiere. No habrá invitados molestos, inevitables en estas fechas. Quienes usted desee y necesita le envolverán con una sonrisa sin mascarilla. Vamos en busca de un blanco absoluto, una Navidad blanca en el sentido total de la palabra. No tenemos ningún recuerdo para compararla. Esta Navidad será idéntica a sí misma. Sin planes de futuro y con el presente a nuestro lado diseñaremos la celebración.

El adviento empezó el día 29 de noviembre. Recuerde que hay que poner una corona de abeto y cuatro velas para ir apagando, cada domingo una, hasta Navidad. Las costumbres no cambian, aunque hayan variado las circunstancias. Deje la pereza de lado y baje del altillo los aperos navideños. Antes de quitarse la mascarilla dibuje con los labios la cara que quieren ver los que están en casa. Perfile los bordes con un rotulador del alma para que sean luminosos. Después busque los tópicos fuera y rómpalos todos. Vivimos un€, estamos en€, creíamos que€, soñábamos con€ La realidad nos ha dado un sopapo y hay que ensayar el mejor gesto; tiene que ser blanco. No podemos improvisar otros colores. El blanco es la suma de todo el arco iris.

En blanco tenemos que empezar 2021. Los propósitos se esfuman antes de escribirlos. El mañana no depende de nosotros. Antes -hace doce meses- tampoco, pero creíamos que seríamos capaces de llevar adelante nuestra lista de deseos y propósitos. Ni usted ni yo hemos hecho más deporte o hemos comido más fruta. Los renglones que escribimos quizás fueron derechos, pero se han quedado torcidos. La vacuna, ese elixir del año 2021, cambiará el rumbo del viaje que cada uno tenemos en la vida.

El mejor consejo que he recibido este año es: "Enamórate de ti, cuídate, quiérete, brilla, disfruta". Somos maravillosos. Nos lo tenemos que decir a nosotros mismos, como un mantra de meditación profunda para creer en su poder de sanación. Hay que encontrar el valor seguro que no cambie con la inflación.

Hoy y ahora el blanco es nuestro color. Secretamente queríamos que fuera así. ¿Cuándo tendremos una Navidad en familia? Ahora. ¿Cuándo eliminaremos los invitados que sobran? Ahora. ¿Cuándo dejaremos de romper el presupuesto de gastos por una cena? Ahora.

Hemos necesitado que viniese el covid-19 para hacer lo que realmente queremos. Una buena suerte que ha empezado con mala suerte. Al final, como el cuento oriental, buena suerte, mala suerte. No se sabe.

Los niños, esos hombres bajitos, contarán en nuestra mesa con su presencia alegre. La Navidad va a ser para ellos como nosotros se la enseñemos. Si nos ven tristes, su Navidad será triste. Hay que encender todos los chips de nuestro corazón para iluminar el salón de nuestra casa. Los agobios quedarán fuera con los excesos y las felicitaciones vacías. ¿Por qué y para qué felicitar en esta Pascua a quien nos da igual? Las normas sociales nos han exigido unos comportamientos hechos de molde y repetidos por costumbre. Vamos a tacharlos. La educación no exige hacer lo que el corazón no quiere. Hay que dejarse llevar por la voz silenciosa de nuestro interior. Esa voz habla con sencillez y verdad, no pretende quedar bien, porque esa voz es nuestro propio yo.

La melancolía, la nostalgia, la memoria€ Nuestro mundo ha cambiado y con el mundo nuestros recuerdos empiezan ahora, en este momento. Si le gustan las bolas plateadas y doradas, póngalas. No porque lo hizo el año anterior, póngalas porque le apetece ahora. Si la almendra no le sienta bien, ¿por qué tiene que comer turrón? Es el momento de la verdad. Una verdad desnuda y sin maquillaje. Lo que usted soñó, hoy puede ser verdad.

Nos complicamos con el número de invitados a nuestra cena. Deje de hacer cálculos. Mire alrededor y verá que están todos los que tienen que estar en ese segundo que no necesita recuento. Los dedos de la mano son suficientes para abarcar a todos. Quizás en otras ocasiones, hemos forzado el gesto. Queríamos más, pero los dedos, sabios, no dan de sí.

Los regalos. Si quiere hacer regalos, hágalos ahora y no espere ninguna fecha concreta. Igual no llega. Olvide las interminables listas para complacer a todos. Planifique el hoy que es ahora. No se deje tentar por la costumbre, por los escaparates, por ese hay que hacer. Usted no tiene obligaciones.

El folio en blanco que tiene delante y marca un día 24, coloréelo como quiera. Píntelo de dorado o plateado, con soles y lunas. La imaginación es libre. Nadie le va a exigir un tono especial. La Navidad es y será como usted quiera. El covid-19 es una invitada ocasional.

* Periodista y escritora