LA celebración hoy de las elecciones a la Presidencia del Athletic no deber hacer olvidar a los contendientes en las mismas las implicaciones que tiene para Bizkaia una institución que es a la vez identidad colectiva con independencia de criterios ideológicos y escaparate del territorio al mundo. Con un elevado grado de identificación de la ciudadanía de Bizkaia con el club, que desborda muy ampliamente en representatividad social la que constituyen indudablemente sus socios, las elecciones en el Athletic han servido para un debate abierto sobre modelos deportivos, estructuras formativas y sostenibilidad económica. Todo ello ha requerido de la sensatez y frialdad de acometer esos debates al margen del momento clasificatorio puntual, aunque no de espaldas a él. Afortunadamente, a las candidaturas en litigio cabe agradecerles que no hayan hecho de esta situación complicada motivo de pugna con el debilitamiento que conlleva. Esto no implica que la situación deportiva no sea parte del debate, pero siempre en términos de aportación y nunca de desgarro. De la buena fe de ambas candidaturas no cabe dudar y de su voluntad de actuar con la seriedad que implica la representación que una de ellas asumirá a partir de hoy, tampoco. Lo que no quita para que el ganador deba afrontar algunos retos más allá de lo estrictamente futbolístico. Retos que, probablemente, no están en el ánimo del socio cuando hoy vaya a votar -esperemos que en número muy significativo, como en cada cita electoral, dado que es el modo de dotar de una legitimidad amplia a los resultados-. Pero ese carácter de institución de libre adhesión y evidente reconocimiento compartido convierte al Athletic en un potente catalizador social. En ese sentido, es a la vez un retrato de esta sociedad. Hace tiempo que el club ganó el reto de su independencia económica, el de su transversalidad ideológica y el de su representatividad social. De esa comunión salieron los éxitos del pasado y saldrán los del futuro. Está pendiente el reto de incrementar en términos de igualdad el papel de la mujer. De momento, ambas candidaturas deberán apuntárselo en el debe: de los 17 miembros de cada plancha solo cinco, en el caso de Uribe-Echevarría, y cuatro, en el de Elizagi, son mujeres. Cuando esta noche haya un ganador, este y otros retos requerirán de la cohesión de la masa social.