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Una Aste Nagusia de récord

En la edición en la que ha cumplido cuarenta años de vida, la Semana Grande bilbaina ha reafirmado el éxito de su modelo festivo, con la participación de millón y medio de personas

SI alguien desconocedor de lo que es la Aste Nagusia de Bilbao hubiese escuchado al alcalde, Juan Mari Aburto, afirmar durante la recepción a la sociedad el pasado jueves que las fiestas de la capital vizcaina se han convertido “en un referente internacional por ser una de las mayores ofertas de ocio y cultura gratuita del sur de Europa”, seguramente habría pensado que se trataba de una mera bilbainada, una exageración en busca de la autoafirmación. Una vez transcurridos los nueve días de la Semana Grande y tras la quema anoche de Marijaia que puso fin a las fiestas, el balance aún provisional parece corroborar la visión del alcalde. Alrededor del millón y medio de personas han tomado parte de una manera u otra en la Aste Nagusia, doscientas mil más que en la edición anterior, que ya había arrojado cifras récord. Son datos que, junto a la amplitud y variedad del programa festivo, abundan en la realidad de que las fiestas bilbainas constituyen claramente un referente de ocio. Puede decirse que esta edición, en la que Aste Nagusia cumplía 40 años, ha sido probablemente la más participativa. Y lo ha sido, además, en todas las franjas de edad. Con el añadido de que, además, se está produciendo una tendencia al alza tanto en el número de personas que toman parte en la fiesta como en su implicación en el diseño y organización de actos, incluso paralelos al programa oficial, con participación de asociaciones, comercios, hoteles y otros espacios que continúan extendiendo Aste Nagusia por toda la ciudad, con el importante impacto económico que ello supone. Aburto mostró ayer su “satisfacción enorme” por el desarrollo de las fiestas, si bien quiso subrayar también el único aspecto negativo, como han sido las cuatro denuncias por ataques sexistas o tocamientos a mujeres y la agresión sufrida por un policía municipal, hechos que, sin menoscabo alguno de su gravedad, no pueden empañar un evento con centenares de miles de personas en la calle. La lucha contra las agresiones sexistas y las campañas de concienciación como la del No es no, que en esta edición han tenido una presencia especial con medidas de protección como la app móvil y las paradas a demanda de los autobuses, deben continuar porque es evidente que tienen efecto preventivo. En definitiva, cuatro décadas después, el modelo participativo, popular y de calidad de Aste Nagusia mantiene su indudable éxito y debe mirar ya al futuro.