LA inclinación mostrada ya por Elkarrekin Podemos a emitir un voto particular respecto a la propuesta de preámbulo en el texto sobre el nuevo estatus que se viene trabajando en la Ponencia de Autogobierno del Parlamento Vasco se antoja más temor a la reacción del resto de partidos de ámbito estatal y a ser retratado junto a las formaciones soberanistas que discrepancia real con el contenido. Calificar de “maximalistas” conceptos incluidos en el preámbulo como el término “nación”, la denominación “Euskal Herria” o el planteamiento de “relación bilateral con el Estado” es, además de razón de último momento que desdice la propia postura de Podemos hasta apenas unas horas antes, una exageración que contraría la idea de preámbulo presentada por la misma formación de Lander Martínez, en la que también se incluye “una realidad que se ha denominado Euskal Herria” en referencia a los vínculos históricos con Iparralde y Nafarroa, la definición de Euskadi como “comunidad con carácter nacional” o la necesidad respecto al derecho a decidir de una “ley o pacto de claridad de inspiración canadiense, es decir, pactado, bilateral y legal”. Si, según Podemos, existen “más puntos de disenso que de consenso” en el texto, deben radicar en otras cuestiones, toda vez que la distancia entre su propuesta y la que apoyarán PNV y EH Bildu se limita al léxico empleado para definir una realidad que, además, es mayoritariamente percibida así e incluso defendida por gran parte de las bases de la formación morada. De ahí que quepa deducir que las resistencia de Podemos a apoyar el texto viene provocada por el qué dirán PSOE y PP, especialmente el primero de ellos, con quien mantiene una permanente disputa por la hegemonía de la últimamente deslavazada izquierda estatal; y en relación con esa pugna por la inoportuna incomodidad que provoca en Podemos la polémica en la que se ha visto implicada la pareja formada por su secretario general y su portavoz en el Congreso. Sin embargo, las consecuencias de esta última, que se interpreta y utiliza críticamente como muestra de renuncia a principios ideológicos que impulsaron el surgimiento de Podemos, no deberían resultar en excusa o justificación de renuncia de otros de aquellos principios, como la plurinacionalidad del Estado o el derecho de las sociedades a determinar en cada momento su organización política e institucional.
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