COMO cada año, miles de personas volvieron a reunirse ayer junto al lago de Senpere con el objetivo de celebrar el Herri Urrats, la primera de las fiestas que organizan las ikastolas de cada territorio en apoyo al euskera y para reivindicar su normalización y utilización a todos los niveles y apoyar la labor de los centros que educan en la lengua vasca. Más aun cuando, como en esta ocasión, se trata de apuntalar el euskera y las ikastolas de Iparralde, muchas de las cuales se encuentran en situación precaria debido al escaso apoyo que tienen por parte de la administración gala. Y ello pese a que el número de alumnos que quieren estudiar en euskera no para de crecer en Iparralde. La edición del Herri Urrats de ayer tenía, además, un especial componente reivindicativo debido a la decisión del Gobierno de Emmanuel Macron de limitar a cuatro el número de nuevos profesores para las ikastolas de Seaska, cuando, según los datos de los centros, necesitarían 25 docentes más para hacer frente al fuerte incremento de la demanda de plazas por parte de las familias. De hecho, para el próximo curso habría casi 4.000 alumnos en las ikastolas de Ipar Euskal Herria, que han experimentado un incremento de la demanda del 6%, lo que da idea del enorme interés que existe en Lapurdi, Zuberoa y Behenafarroa por la enseñanza en euskera. Es evidente que con estas cifras es necesario un incremento proporcional en el número de docentes con el fin de responder a los deseos de los alumnos y, al mismo tiempo, garantizar la calidad de la enseñanza a impartir. Sin embargo, el Ejecutivo galo, tal y como reiteró ayer mismo el representante del Ministerio de Educación, Pierre Barrière, se niega a atender esta demanda, a todas luces justa. De nada han servido, de momento, las negociaciones con Seaska ni las movilizaciones emprendidas. Ayer mismo, el presidente de la Mancomunidad de Iparralde, Jean René Etchegaray, se dirigió de forma directa a Macron -lo hizo, además, en euskera, lo que no es habitual en él- para pedirle más implicación y la puesta en marcha de una mesa de diálogo. El euskera, como reivindicaron ayer las miles de personas que acudieron al Herri Urrats, necesita soportes sólidos para su supervivencia, y la educación es fundamental para ello. El Gobierno galo debe ser consciente de ello y de la riqueza que supone la enseñanza de calidad, también en lengua vasca.
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