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El idilio entre Bilbao y el rugby

La celebración de las finales europeas en la capital vizcaina ha supuesto una oportunidad para mostrarse al mundo y para sumergirse en el ambiente y los valores de un gran deporte

DURANTE los últimos días, Bilbao y toda Bizkaia se han sumergido en un ambiente inusual que ha transformado la ciudad y ha contagiado a su ciudadanía de una atmósfera especial ante la celebración de las finales europeas de rugby. Un evento deportivo y social de altísino nivel internacional y cuya repercusión va mucho más allá de lo que supone la organización y contemplación de una competición de estas características. Más de cien mil personas, en su inmensa mayoría extranjeros, han visitado Bilbao esta semana para asistir a las grandes finales de la Challenge Cup y de la Champions Cup celebradas el viernes y ayer sábado en San Mamés. La sola presencia de decenas de miles de seguidores de cuatro equipos distintos supone ya un alto reto en diversos ámbitos para una ciudad como Bilbao: desde el alojamiento hasta la seguridad, pasando por el comercio, la hostelería, el transporte y hasta la relación misma con los vecinos. A falta de un análisis exhaustivo y de un balance oficial, no se puede negar que el primer gran evento de los que tendrán lugar en la capital vizcaina este año -después vendrán otros como los premios a los 50 mejores restaurantes del mundo, la competición de clavadistas, la etapa de la Vuelta ciclista y, la guinda, los Premios Europeos de Música MTV, sin olvidar el BBK Live Festival- ha supuesto un éxito en cuanto a la indudable repercusión que ha tenido en Bilbao y en su ciudadanía, además del éxito deportivo y como escaparate y ventana al mundo. En primer lugar, hay que destacar el extraordinario ambiente de camaradería que se ha vivido en las calles tanto entre los aficionados rivales como entre estos y los bilbainos, cuyo comportamiento ha sido también ejemplar, sin que se haya registrado un solo incidente. Resulta difícil recordar que este mismo escenario vivió hace menos de tres meses unos bochornosos incidentes entre hinchadas en un evento deportivo. Y es que esta fiesta del rugby ha tenido la virtualidad de mostrar al público vasco la grandeza de un deporte basado realmente en valores de compañerismo, juego limpio, honestidad y respeto escrupuloso al contrario y al espectador. Algo que -cosa nada habitual- se traslada también a las aficiones. En este sentido, resulta interesante aprovechar la oportunidad para fomentar el rubgy en Euskadi mediante el anunciado proyecto de la Euskal Liga transfronteriza con el objetivo de que el rugby arraigue entre nosotros.