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Nacho González y la mafia calabresa

Rajoy, un presidente rodeado de casos de corrupción, fue reelegido presidente de España y unos cuantos implicados se frotaban las manos. Por mucho que se repitan los mensajes, “quien la hace la paga” y “no se tapa a nadie”. No es cierto. Se intenta edulcorar el escándalo, pero se oculta la realidad. En España, los principales corruptos no están en la cárcel, no devuelven el dinero robado y, lo más bochornoso, estamos conociendo todavía más maniobras del poder político para controlar la Justicia. Rajoy se ha ido al otro lado del Atlántico. Desde allí, nos dice que “hay que dejar trabajar a los jueces”, que “con el PP lo hacen con independencia” y que hace “todo lo posible para facilitar su labor”. Por eso, hemos pasado de su “nunca podrán probar” a que al presidente de España lo llamen a declarar ante la Justicia, porque lidera un partido imputado que no colabora, según reza un auto. Entre ellos, estaba González, Nacho, que se las prometía felices con Manuel Moix, el fiscal jefe Anticorrupción, que se opone a practicar registros o intenta apartar al fiscal de la operación Lezo y enviarlo a Granada. Para Ignacio, Moix es de los suyos. El fiscal jefe Anticorrupción de España apartó al juez Elpidio Silva de la carrera judicial por Blesa y se enfrentó a la Fiscalía por Rato. Ahora, cuando estallan los “líos” de González, como diría el ministro de Justicia de España deseándole que “se cierren pronto”, veremos si asistimos a una detonación tardía y controlada de la corrupción en Madrid o si se imponen los profesionales de la Justicia y las fuerzas de seguridad. Como le decía Nacho a Zaplana: “Tenemos el Gobierno, el Ministerio de Justicia y a un juez que está provisional. ¡A tomar por culo a Onteniente! ¡Le pones a escarbar cebollinos y ya está!”. Toda una muestra de dar facilidades al orden jurídico. Que no nos tomen por cebollinos.