El Brexit fue un movimiento populista construido sobre mentiras y discursos xenófobos. Theresa May se comprometió a llevar a cabo el veredicto de las urnas que inesperadamente y por una diferencia de 51,9% a 48,1% decidió abandonar la Unión Europea. David Cameron dimitió y May tomó el relevo. May que hizo campaña en favor de la permanencia en la UE, se puso al frente de los antieuropeístas cuando vio el resultado de las urnas. May cambió de chaqueta y hoy no hay nadie más antieuropeísta que ella. Ahora May quiere tomar como rehenes a los trabajadores europeos residentes en el Reino Unido para intentar negociar el Brexit. En contra, la Comisión Europea puede responder invitando a Nicola Sturgeon y a Alex Salmond, patriarca del independentismo escocés proeuropeo. Los ingleses van fuertes y en Bruselas tampoco serán mancos. Escocia reaparece cuando Mariano Rajoy acaba de ser invitado por Francia y Alemania a la sala de motores de la primera velocidad europea. Escocia debería ponerse en la cola y solicitar el ingreso en la Unión. Esta es la posición española. “España apoya la integridad del Reino Unido y no animará la desintegración de ningún Estado europeo”. Pero el Brexit duro que quiere aplicar la primera ministra May ha despertado a la ministra principal escocesa. Nicola Sturgeon anunció la apertura del proceso para celebrar otro referéndum y separarse del Reino Unido. El exministro principal escocés, Alex Salmond, puso en duda que “una primera ministra sin mandato (dado que May relevó a Cameron sin pasar por las urnas) pudiera decidir. Los escoceses votaron mayoritariamente por permanecer en la Unión Europea (62% contra 38%) y no aceptan la ruptura radical. Un funcionario del Gobierno conservador comenta: “Nosotros no podemos hacer como España con Catalunya. No es nuestro estilo”.
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