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La ley insostenible

Que se deroge la ‘ley Mordaza’ o se anulen sus puntos conflictivos con los derechos y libertades no es relevante, sí es esencial que no siga vigente una legislación lesiva para los fundamentos democráticos

LA toma en consideración por el pleno del Congreso de las proposiciones de ley presentadas por PSOE y PNV contra la Ley Orgánica 4/2015, de 30 de marzo, de Protección de la Seguridad Ciudadana, también conocida como ley Mordaza, que impulsó sin buscar consensos hace dos años el entonces ministro del Interior Jorge Fernández Díaz y aprobó la mayoría absoluta del PP pese al rechazo del resto de los grupos parlamentarios, es solo el primer paso de los que se precisan para anular o reformar profundamente una ley insostenible desde el punto de vista de los fundamentos democráticos. Si ya la reforma y endurecimiento del Código Penal y la limitación a la justicia implícita en la Ley de Tasas, luego anulada en parte por el Tribunal Constitucional, aprobadas por el Gobierno Rajoy, constituían un nítido recorte de derechos individuales frente a la aplicación de la justicia, la ley Mordaza encierra -y ya lo advirtieron en el momento de su aprobación el propio Consejo de Estado e incluso el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ)- una amenaza explícita a derechos básicos contemplados en la Constitución, tales como el de manifestación, el de huelga o el de libre expresión; así como a principios del derecho humanitario internacional, al contemplar las devoluciones en caliente de inmigrantes en frontera; pero también a una característica esencial de la democracia como es la separación de poderes, toda vez que deposita en una figura de designación política, la del delegado del gobierno, y no en un juez, el dictamen sobre la sanción a determinadas infracciones. La derogación de todos esos aspectos de la ley, como mínimo de una reforma democráticamente imprescindible, no supondría además sino dar continuidad a una iniciativa que ya se debatió en abril del pasado año, con Rajoy en funciones, y dar cumplimiento a un acuerdo firmado por todos los partidos de la oposición al gobierno de mayoría absoluta del PP por el que se comprometían a abolir la ley en cuanto gozaran, como es el caso ahora, de mayoría suficiente en la cámara. Que se haga mediante la derogación de la norma o mediante la anulación de los puntos más conflictivos con los derechos y libertades individuales -44 aspectos de la ley, según la propuesta del Grupo Vasco- no es tan relevante. Sí lo es, sin embargo, que no siga vigente en el Estado español una legislación tan lesiva para los fundamentos democráticos.