La verdad imprescindible
El Columbario de Víctimas de la Guerra de 1936 da testimonio físico de la inacabada investigación de la represión franquista, silenciada pero tanto o más bárbara que aquellas que la humanidad ha repudiado
EL Columbario de la Dignidad inugurado ayer en el cementerio Olaso de Elgoibar no solo acoge los restos de 27 personas halladas en fosas de doce municipios vascos. Con ellos, resguarda también la memoria de los más de 8.000 fusilados o desaparecidos durante la Guerra de 1936 en nuestro país, el recuerdo de la sociedad de Euskadi hacia todos ellos y el compromiso institucional que, a través de los trabajos iniciados y desarrollados por la Sociedad de Ciencias Aranzadi desde 2002, pretende remediar, siquiera paliar, el silencio que ha envuelto a miles de familias vascas víctimas de la guerra y de la represión franquista. El Columbario, su creación y existencia como lugar de recuerdo, es por tanto un hito físico quizá tardío pero imprescindible y, al mismo tiempo, testigo de un trabajo inacabado en cuanto a la investigación de los hechos, también respecto a la admisión por el Estado de lo sucedido, de una represión tanto o más bárbara que aquellas otras que la humanidad ha repudiado en otros lugares, pero en este caso ocultada, silenciada, durante décadas de dictadura e incluso de democracia pese a que la mayor parte de las víctimas lo fueron precisamente por defender los principios democráticos. Un hito que en realidad es un paso más tras trece años de trabajo con tres gobiernos diferentes, más de una veintena de fosas investigadas, más de ochenta documentadas, un listado de más de 8.000 fusilados o desaparecidos elaborado ya en 2008, del compromiso institucional, de los esfuerzos desinteresados de Aranzadi y de los asociaciones memorialistas... en el cumplimiento del derecho a la verdad que tienen todas las víctimas y sus familias y con él de un cauce para que puedan reclamar la justicia que se les ha negado durante tanto tiempo. Y, en ese sentido, la presencia en el acto de ayer de representantes de todas las formaciones políticas, también de quienes más se han resistido a reconocer las dramáticas consecuencias del golpe de Estado del 36 y de los cuarenta años de dictadura franquista, certifica que el compromiso con la memoria histórica que se erige con el primer Columbario del Estado de estas características puede extenderse a lugares e instancias todavía poco permeables a la verdad y la justicia que se precisan para cerrar -que no olvidar- el pasaje más dramático de nuestra historia todavía reciente.