EL rechazo por el pleno del Ayuntamiento de Gasteiz del proyecto de presupuestos presentado por el equipo de Gorka Urtaran debido a la suma de los votos negativos de PP y EH Bildu bien merece una reflexión más allá de lo municipal aun si es en este ámbito donde los efectos de esa concertación entre la derecha española y la izquierda abertzale se dejarán sentir directamente. En primer lugar, llama la atención el utilitarismo con que entienden algunas formaciones la política, incluso a nivel local. EH Bildu no ha dudado en rechazar unos presupuestos muy similares a los que apoyó el pasado año y en forzar la prórroga de aquellos pese al incremento del 3,7% respecto a los mismos que contemplaba el nuevo proyecto del gobierno municipal de Gasteiz por un mero planteamiento estratégico con el que a medio plazo pretende convertirse en alternativa en la capital de la Comunidad Autónoma del País Vasco. Es decir, no se ha planteado que si el proyecto de presupuestos era bueno para Gasteiz hace un año, ahora podía ser mejorable, pero no objeto de rechazo; y no lo ha hecho porque ha antepuesto su ambición política a la capacidad municipal para responder a las exigencias de los ciudadanos, quizá también con la aviesa esperanza de que esa limitación a la que induce al ayuntamiento tenga reflejo en sus posibilidades de satisfacer necesidades en la ciudad y posteriormente y en consecuencia en el equilibrio de apoyos electorales. En ese sentido, la posición del PP parecería quizá más congruente, dado que también el pasado año se opuso a los presupuestos. Sin embargo, no lo es si asimismo utiliza con similar fin esta vez la suma de sus votos con los de EH Bildu, suma por la que en el anterior ejercicio criticó al equipo de gobierno, para impedir la aprobación de las cuentas cuando ello implica la prórroga de unos presupuestos, los del pasado año, que los populares también rechazaron. Sobre todo si se considera que para lograr la derrota del proyecto presupuestario contraría la inflexibilidad con la que el PP se ha negado una y otra vez a coincidir con EH Bildu en foros institucionales, la última sólo un día antes en la ponencia de Memoria y Convivencia del Parlamento Vasco, por una pretendida incompatibilidad ética que, sin embargo, sólo tiene en consideración en virtud de sus intereses.