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Articulación de país

La elección del presidente, el Consejo y la Comisión Ejecutiva de la Mancomunidad no colma la exigencia de reconocimiento de Iparralde, pero supone la primera estructuración institucional de la Euskadi continental

LA elección de Jean René Etchegaray como primer presidente de la Mancomunidad de Iparralde y de los 69 miembros de su Consejo y los 25 de su Comisión Ejecutiva supone la constitución efectiva de la primera estructuración institucional de la Euskadi continental y un primer paso en la reivindicación de reconocimiento, que se remonta a hace más de dos siglos, desde la propia Revolución Francesa, pero que nunca hasta 2012 había sido siquiera admitida por el Estado francés. De hecho, la Mancomunidad no es el reconocimiento demandado desde Iparralde, sino la alternativa de París, planteada por el prefecto Pierre André Durand en 2014, tras la negativa a la creación de un Departamento propio para Lapurdi, Behenafarroa y Zuberoa, al amparo de la ley de racionalización de estructuras públicas en Francia. Supone, eso sí, un avance histórico de las reivindicaciones de reconocimiento de la identidad propia de Iparralde frente a su histórica dilución institucional en el Departamento de Pirineos Atlánticos y la respuesta a un deseo mayoritario, por cuanto la creación de la Mancomunidad ha sido respaldada por 112 municipios (de un total de 157) que representan el 66% de la población (193.000 de los 295.000 habitantes). Es también resultado del trabajo incansable realizado durante décadas por iniciativas como la Asssociation des Elus, que agrupó a cargos públicos de todas las tendencias políticas tras la reclamación del departamento propio, o el Consejo de Desarrollo del Pays Basque-Euskal Herriko Garapen Kontseilua, creados en la segunda mitad de los 90. Y finalmente supone una herramienta de articulación como país, como parte del país, por cuanto Iparralde contará con muchas más atribuciones y posibilidades de gestión propia y cumplirá algunas de aquellas demandas históricas implícitas en la exigencia del Departamento, de la que no es la menos importante la de contar con su propia estructura institucional. Pero también la organización el transporte interurbano, con lo que supondrá de cohesión interna; el desarrollo económico; una fiscalidad común, unificada, de los impuestos locales; la capacidad de fomento del euskera; o la potenciación de las relaciones directas con la CAV y Nafarroa; todo ello por primera vez con un presupuesto propio, aun si de momento se antoja exiguo para las necesidades y expectativas que se abren en y para Iparralde.