SORTU cerró el pasado sábado el que el propio partido de la izquierda abertzale ha calificado como su congreso de refundación, en el que ha adquirido carta de naturaleza la ponencia Zohardia que guiará su estrategia política para los próximos años y ha aprobado la nueva dirección de la formación. En primer lugar, hay que felicitarse por el hecho de que, dada su trayectoria histórica en la que ha dado prioridad a la clandestinidad, el revolucionarismo y la lucha antisistema sin excluir la violencia, un partido de la izquierda abertzale celebre con normalidad democrática un proceso de debate bajo los estándares de cualquier otra formación política. Por otra parte, es altamente significativo que un partido celebre un congreso de “refundación” apenas cuatro años después de su propia asamblea fundacional, una cuestión que no tiene que ver únicamente con factores externos -como el propio proceso constitutivo, en el que estuvo a punto de no ser legalizado o el hecho de que su líder y secretario general, Arnaldo Otegi, ahora reelegido, estuviese en prisión- sino también a razones organizativas, tácticas, estratégicas y de funcionamiento, como ha puesto de manifiesto el Congreso. En este sentido, y aunque la autocrítica no ha sido uno de sus puntos fuertes, el propio Otegi reconoció en su discurso que Sortu ha cometido errores en estos últimos años. Con todo, la versión oficial del proceso congresual habla de un partido renovado, que ha reforzado su apuesta política en favor de la consecución de un Estado vasco, con una organización más participativa y horizontal en la toma de decisiones y una dirección nueva. En cuanto a la participación, cabría destacar que en el proceso de debate han participado menos de 7.000 personas. Asimismo, en muchos ámbitos ha causado cierta inquietud el hecho de que en la nueva dirección, además de una incuestionable renovación de caras, estén presentes también dirigentes históricos de HB y otras organizaciones tradicionales de la izquierda abertzale, así como expresos vinculados a ETA. En cuanto a las ideas-fuerza dadas a conocer por Otegi, sobresale como un mantra la creación de una república vasca para cuya consecución, dijo, Sortu no esperará al PNV. En definitiva, las novedades en esta “refundación” -por cierto, con abundante presencia de los presos y ausencia total de las víctimas en el acto- brillan por su ausencia para un proceso que deja muchas dudas sin aclarar.