FUESE luego retirada o no, la proposición presentada por el grupo municipal del PP en el Ayuntamiento de Bilbao, firmada por su portavoz Luis Eguiluz y la concejal Beatriz Marcos, para el debate en pleno de la eliminación de entre las calles de la villa de las dedicadas a Dolores Ibarruri La Pasionaria, Tomás Zumalacarregui y Sabino Arana es mucho más que un grave despropósito sin explicación política, jurídica o ética. La vergonzosa moción retrata al PP, que no puede evitar su tendencia a confundir, justificar o tergiversar los aberrantes actos del franquismo, ignorando a las miles de víctimas que este provocó y sus derechos y en ese afán -como en otros- no solo incumple la ley sino que la retuerce o altera hasta el punto de darle una interpretación opuesta a los fines para los que se aprobó. O que es capaz de apelar a la misma desde la más absoluta ignorancia de su contenido, quizá con el único fin de adquirir protagonismo, lo que en todo caso también define a quien lo hace. No hay otro modo de calificar que el PP pretendiese esgrimir la Ley 52/2007 de 26 de diciembre de Memoria Histórica, que reiteradamente se ha resistido a aplicar, en su intento de justificar el delirio político y moral de la moción para retirar del callejero a La Pasionaria, Zumalacarregui o Arana cuando dicha ley, desde su artículo 1.1, define que su objeto es “reconocer y ampliar derechos a favor de quienes padecieron persecución o violencia, por razones políticas o ideológicas o de creencia religiosa, durante la Guerra Civil y la Dictadura” y en su artículo 15.1 explicita la “retirada de escudos, insignias, placas y otros objetos o menciones conmemorativas de exaltación, personal o colectiva, de la sublevación militar, de la Guerra Civil y de la represión de la Dictadura”. Pero esa absoluta despreocupación por el contenido de la ley ni siquiera es lo más grave de la propuesta del PP, que además falsea la realidad histórica al tratar de comparar el sitio carlista de Bilbao con los bombardeos por la Legión Cóndor de la población civil vasca o relacionar las disquisiciones de Arana sobre la raza en el XIX con fenómenos políticos posteriores y su nacionalismo con la violencia que ETA comenzó a emplear durante la dictadura y mantuvo en democracia. La desvergüenza de la propuesta es de tal calibre que su retirada no la atenúa: los exabruptos históricos utilizados en su justificación exigen la renuncia inmediata de quien los incluyó en la misma.
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