LA polémica sobre el Concierto Económico y el Cupo que ha vuelto a reproducirse esta semana desde varios frentes viene a ser un asunto que se plantea de manera cíclica y que responde a intereses perfectamente identificados, que nada tienen que ver con el tan invocado principio de igualdad y sí con las ansias recentralizadoras para acabar con la singularidad vasca y que se incrementa con los serios problemas económicos que sufren varias comunidades, fruto no de supuestos privilegios de los vascos sino del nefasto café para todos implantado al inicio del régimen autonómico sin garantía alguna de financiación para un desarrollo como el que ha tenido. En cualquier caso, los ataques que está sufriendo el Concierto vienen revestidos de argumentos pseudoeconómicos en los que se afirma sin pudor que los vascos reciben una doble financiación o, cuanto menos, obtienen más de lo que les corresponde.
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