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Gasto social

El rechazo de las diputaciones a la propuesta de Juan María Aburto de subir los impuestos para hacer frente a los casi 1.000 millones que cuestan los servicios sociales y la creación de un nuevo tipo impositivo para cubrir la dependencia, me mueve a reflexionar y buscar otros modelos, en otros países en los que el Estado interviene de forma activa en la economía nacional. El modelo de bienestar nórdico es un ejemplo a mi entender válido en este análisis. Estos países, no son superpotencias económicas, tampoco militares. Dinamarca, Suecia, Noruega y Finlandia son consideradas, a pesar del frío, excelentes lugares para vivir. Se han convertido en referentes para otros países y ciudadanos. Servicios públicos de gran calidad, crecimiento económico estable, paro casi inexistente y un sistema educativo excelente son algunas de las señas de identidad de estos países. El sistema de bienestar de estos países se debe fundamentalmente a la intervención político-económica del Estado y, sobre todo y muy importante, a una concienciación y participación política de la sociedad. El resultado de la suma de estos dos factores salta a la vista. Un modelo de Estado intervencionista, en el cual se distribuyen los impuestos de forma equitativa y justa entre todas las capas de la sociedad, para que todo el mundo tenga las mismas oportunidades en cuanto a educación, sanidad, empleo de calidad, acceso a la vivienda, ayudas sociales para los más necesitados, etc. Lógicamente, estas intenciones cuestan dinero. Dinero que debe salir a través de los impuestos. En este sentido las cargas impositivas, tanto directas como indirectas, son, en estos países, muy altas.