LOS datos de la Encuesta de Población Activa del tercer trimestre (julio-setiembre), con 515.700 desempleados registrados menos en el Estado -25.200 menos en Hegoalde- que en octubre de 2013, parecen apuntar, como señala el consejero de Empleo y Políticas Sociales, Juan María Aburto, una tendencia positiva que, sin embargo, conviene matizar para que no dé lugar a infundados optimismos. Y conviene hacerlo, además, tanto respecto a los propias cifras de la EPA como respecto a la cambiante realidad socioeconómica en que estas se enmarcan. En primer lugar, las cifras. El medio millón de parados menos respecto a hace un año en el Estado se queda en poco más de la mitad si se le resta el descenso de población activa (241.700 personas menos en edad de trabajar que hace un año). Y si respecto al segundo trimestre de este año se registran 195.200 parados menos, el aumento de empleos es de apenas 151.000 y, de ellos, la gran mayoría (122.400) tiene carácter temporal o se trata de nuevas altas de autónomos (58.000) que en buena parte se explican porque el número de contratos indefinidos no solo no ha aumentado sino que se ha reducido en 26.300. En resumen, no se puede negar que el paro se reduce -en Euskadi, un 8,6% interanual y un 7,4% respecto al segundo trimestre-, pero tampoco que lo hace más lentamente, mucho más lentamente, cabría decir, de lo que parecen indicar las estadísticas. Y, desde luego, a costa de la estabilidad en el empleo... y condicionado por la estacionalidad, una de las variables de la cambiante realidad socioeconómica que también matiza el resultado de la EPA. Porque no es posible obviar, por ejemplo, que la ralentización de la economía estatal que ya ha constatado en octubre el Banco de España (un crecimiento del 0,5% frente al 1% previsto por el Gobierno español) y de las economías del entorno europeo, principalmente Alemania, Francia e Italia; así como la revisión general de previsiones para 2015 no se han visto reflejadas en los datos de este último tercer trimestre, mientras sí tendrán incidencia en las cifras del desempleo a fin de año, lo que volverá a situar la tasa de desempleo del Estado español por encima del 24%, con una incidencia brutal en el sector más joven de la población. La prudencia, por tanto, sigue siendo tan necesaria como las políticas de impulso a la creación de empleo.
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