La familia, el mejor capital social
En el transcurso de la historia, la familia se ha reconocido como la unidad básica de la sociedad y el mejor medio para transmitir y preservar los valores fundamentales de la persona humana. Mediante la función de educación y socialización, la familia no solo transmite los valores, las costumbres y las tradiciones de padres a hijos, sino que es la ayuda y refugio para sus miembros en los momentos difíciles. Más que una simple unidad jurídica, social y económica, la familia es, ante todo, una comunidad de amor, de enseñanza y de solidaridad. A diario tenemos ejemplos claros de estas cualidades intrínsecas a la institución familiar, que está siendo el auténtico sustento y salvaguarda de las personas más castigadas y desfavorecidas por la actual crisis económica. La generosidad intergeneracional está cubriendo las necesidades básicas de miles de ciudadanos que tienen que acudir a sus seres más cercanos, su familia, para poder sobrellevar sus cargas económicas. En un momento como el actual, es fácil ver la fuerza, protagonismo y necesidad de la institución familiar. Pero no siempre ha sido así y no quedan lejos los años en los que se cuestionaba su papel o importancia. Para evitar que vuelva a ocurrir, una vez que pase la crisis económica, nuestros gobernantes e instituciones, deberían considerar a la familia como el mejor y más seguro capital social, como la mejor inversión que puede hacer un país. Hoy, cuando los países occidentales envejecen tan alarmantemente, se hace más necesario que nunca que la sociedad se dé cuenta de que la familia es el único refugio seguro que debe promover para asegurar su futuro.