TANTO el informe de la oficina estadística comunitaria Eurostat sobre la incidencia del paro en las distintas regiones de Europa como el que la organización Save the Children ha hecho público sobre Pobreza infantil y Exclusión Social certifican la grave realidad socioeconómica que atraviesa España tras más de seis años de crisis, pero también la funesta imagen que traslada por la escasa capacidad del Estado como administrador de servicios. En consecuencia, también constata el coste de verse injustamente envuelto en todo ello que tiene para quienes como Euskadi se encuentran muy alejados de esa situación. Que siete de las diez regiones con mayor tasa de desempleo de la UE y las cinco con más parados (en torno al 35%) sean españolas y que en todas las comunidades del Estado -salvo Euskadi y Baleares- se duplique la tasa de paro juvenil media de la UE solo puede ser consecuencia del fracaso de unas nefastas políticas socioeconómicas prolongadas en el tiempo y que se proyectan además hacia al futuro. No en vano, España es tras Grecia el país europeo con mayor porcentaje de pobreza infantil (29,9%) y uno de los que menos hace por paliarla con sus políticas sociales: mientras estas reducen la pobreza infantil en el Estado en solo un 6,9%, las ayudas sociales en Euskadi la reducen en un 30%, por encima incluso del 18% de los países nórdicos. No en vano también el Estado español está a la cabeza de la Unión Europea en abandono escolar con uno de cada cuatro jóvenes (24%) de entre 18 y 24 años fuera de cualquier ciclo educativo, con un porcentaje que dobla la media europea y triplica el índice vasco (8%). O no en vano la sanidad española es la menos financiada de la UE-15, ya que únicamente se destina a ella un 6,5% del PIB frente al 7,3% de promedio europeo y el 8,8% en el caso de Euskadi, algo que se repite respecto a la educación (5,5% del PIB en Euskadi frente a 4,7% en el Estado español). Es imprescindible, por tanto, que esas enormes diferencias se hagan patentes también extramuros del Estado, entre otros motivos para que en Euskadi, en su capacidad de desarrollo y relación exterior, en su imagen en Europa, no influyan las críticas que han venido siendo realizadas por el Consejo de Europa al Gobierno español debido a la degradación de derechos y servicios que viene provocando su política de recortes.