EL cierre de la planta de Tratamiento Mecánico Biológico (TMB) de residuos del monte Arraiz en Bilbao, para proceder a su limpieza y desinfección, tras la detección de un brote epidémico que ha afectado a una buena parte de sus trabajadores forma parte de la prevención atribuida a la responsabilidad pública en una situación de estas características. En ese sentido, la más que relativamente rápida intervención de Osalan a la hora de determinar el origen bacteriano y las medidas cautelares puestas en práctica no deberían dar lugar a más reproche que el de que en lo sucesivo se procure exacerbar esa misma prevención en los sistemas de trabajo e higiene de la planta. No en vano, la responsabilidad pública también alcanza al hecho de dimensionar en su justo término, ahora ante la sociedad, la naturaleza y alcance de posibles brotes como este de la denominada Fiebre Q, una zoonosis por infección bacteriana común en la actividad ganadera, detectada ya en 1937, que llega al hombre por inhalación de partículas de polvo con esporas de restos animales -muy normalmente placentas en épocas de parto- y de tratamiento sencillo y eficaz; tal y como ha puesto de manifiesto el consejero de Salud, Jon Darpón. En idéntico ámbito de responsabilidades, el público, debería caber asimismo la detección del foco concreto originario de la infección, precisando el lugar del que salieron los restos animales que se depositaron indebidamente en el sistema de recogida de residuos domésticos y que acabaron llegando a la TMB de Arraiz, con el fin de evitar que se repitan situaciones similares, pero también de trasladar a la sociedad las consecuencias de ciertas actitudes. Porque con anterioridad a las obligaciones de destinar determinados recursos públicos a la prevención y tratamiento de problemas, generados o no por los propios ciudadanos, se halla también la responsabilidad personal de estos para no caer en la ignorancia, la imprudencia o la insensatez que pueden generar no ya la exigencia de una intervención institucional sino incluso problemas de salud pública no siempre de tratamiento tan sencillo como en esta ocasión. Especialmente cuando se han puesto a disposición de la sociedad medios más que suficientes para evitar en origen dichos problemas.
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