a estas alturas, tras la segunda comparecencia pública de la vicepresidenta Lourdes Goicoechea, los navarros y navarras ya saben que las revelaciones de la ex directora gerente de Hacienda, Idoia Nieves, fueron veraces. La propia Goicoechea admite que intentó acceder, por petición de Barcina, a datos confidenciales de contribuyentes vinculados a CAN, tanto de empleados como de consejeros, también sobre las contratas externas, en plena crisis judicial por el cobro de sobresueldos secretos. Asume también que se interesó por los planes de inspección fiscal de empresas que habían sido clientes, en sus propias palabras, de su asesoría y que ha habido presiones políticas del Gobierno por intereses clientelares de determinados contribuyentes, como la Universidad de Navarra. Ni una cosa ni otra -sin olvidar las consecuencias para autónomos, comerciantes, pymes, etcétera de la decisión política de retrasar la devolución del IVA-, han podido ser refutadas por el Gobierno. Y el cierre de filas y la voluntad de seguir hasta el final es una mera intención. El Gobierno de UPN lleva tiempo a la deriva y ha situado a Nafarroa en el mapa de los despropósitos del Estado. Su tiempo estaba agotado y la absurda negativa a asumir ese fracaso estaba lastrando aún a peor la difícil situación económica, política, social y fiscal de Nafarroa. El escándalo destapado en Hacienda ha llevado la situación más allá del límite en el que se había atrincherado el Gobierno de Barcina a costa incluso de los intereses electorales de UPN. La decisión del PSN de impulsar una moción de censura tras una rápida comisión de investigación de 15 días pone punto final al Gobierno de Barcina. Es cierto que la escenificación que ha hecho de la decisión el PSN supone un inútil alargamiento de la agonía una vez que ni Goicoechea ni el propio Gobierno han sido capaces de desmentir o cuestionar las afirmaciones de Nieves -una cesión para contentar a Ferraz, siempre sumido en dudas sobre Nafarroa-, y deja aún muchas incógnitas sobre el modo en que se organiza con el resto de la oposición política el proceso de la moción de censura y el adelanto electoral. Pero a estas alturas, tras decenas de crisis, abandonos, dimisiones, confrontaciones internas, destituciones, derrotas políticas, decisiones erróneas, etcétera, Nafarroa necesita aire político, tranquilidad institucional y normalidad presupuestaria. Y el Gobierno de UPN no puede ofrecer ahora nada de ello.
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