Eufemismo, triunfalismo, inmovilismo
La deformación de la realidad de su gobierno, la ausencia de base para sus previsiones de recuperación económica y su empeño en ignorar la crisis del Estado autonómico auguran enormes déficits en el panorama inmediato que dibuja Rajoy
LA deformación de la realidad de su acción de gobierno, rayana al eufemismo, la ausencia de base suficiente para el triunfalismo de sus previsiones económicas y su empecinamiento en el inmovilismo ante las reivindicaciones nacionales de Catalunya advierten de los enormes déficits e interrogantes que se ciernen sobre el panorama político inmediato que pretende dibujar Mariano Rajoy y de unas condiciones socioeconómicas para el ciudadano muy distintas de las que el presidente del Gobierno español dice prever. En primer lugar, el discurso optimista diseñado por los asesores de imagen del Ejecutivo y que ya venía siendo adelantado por algunos miembros del Gabinete omite, en realidad oculta bajo los términos de "esfuerzo", "ajuste" y "reforma", los recortes abusivos de derechos sociales y poder adquisitivo de los ciudadanos que han conllevado desde la reforma laboral y la reforma de las pensiones hasta el continuado y al parecer sin fin tarifazo eléctrico; así como la paulatina eliminación desde la llegada del PP al poder de buena parte de los servicios y el bienestar básicos que el Estado tiene la responsabilidad de proporcionar. Y, sin embargo, Rajoy y su gobierno no son capaces de razonar, mucho menos justificar, lo que anuncian como recuperación económica para 2014 mientras desde la Comisión Europea, la OCDE y otros organismos internacionales se exige aun profundizar en esas "reformas" y se advierte de la incapacidad para corregir los escandalosos niveles de desempleo que seguirán lastrando la economía estatal no ya en 2014 sino incluso al final de la legislatura. Por otro lado, Rajoy pretende ignorar el absoluto rechazo social, especialmente en los sectores directamente afectados, de aspectos troncales de su actividad legisladora, tales como la Ley Wert, la reforma de la ley del aborto, la Ley de Seguridad Ciudadana, la reforma del Código Penal, la Ley de Tasas... También la bestial afección a la confianza de los ciudadanos de la enorme trama de corrupción que afecta a los más altos niveles de su partido. Y, finalmente, su dontancredismo ante las reclamaciones para dar una salida a las reivindicaciones nacionales -antes fiscales- de Catalunya, y su negativa al derecho a la consulta y a los mecanismos que para ella la propia Constitución contempla, utilizando trasnochados principios patrióticos, no son más que el augurio de una fractura que solo las estructuras y relaciones flexibles podrían evitar.