A expensas de que se concreten los cambios en el método para fijar el precio de la electricidad que el ministro de Industria y Energía, José Manuel Soria, llevará mañana al Consejo de Ministros del Gobierno español, cabe intuir que los mismos supondrán una somera corrección de los resultados de la subasta eléctrica de hace una semana -corrección que no evitará a los consumidores el quinto incremento en el recibo de la luz en un año- sin abordar en su integridad, una vez más, la imprescindible reforma del sistema a que le urgen los consumidores y el propio sector eléctrico y que le recomienda incluso la Comisión Europea. Por el contrario, que el precio de la electricidad suba en enero un 5% o un 7% en lugar del 11% resultante de la subasta del día 19 apenas tendrá incidencia, más allá de situaciones personales concretas, en esos dos millones de familias que no podrán hacer frente al pago del suministro eléctrico; ni en la limitación de la capacidad competitiva de las empresas que supone el precio de la energía; tampoco en el mal endémico del sector eléctrico en el Estado español, el déficit de tarifa, que según los últimos datos hechos públicos por la Comisión Nacional del Mercado y la Competencia (CNMC) superará este año los 3.600 millones de euros. A lo sumo, tarde y mal, Soria tratará de relativizar el enfrentamiento con las eléctricas a través de cambios en el sistema de subastas, tales como reducir (a una al año) o ampliar (a una mensual) el número de ellas, que por otro lado ya habían planteado las empresas de Unesa y a los que sin embargo se había resistido pese a que ya la antigua Comisión Nacional de Energía venía advirtiendo nada menos que desde 2010 de las deficiencias del método de subasta en cuanto a que no alentaba la competencia, carecía de referencias suficientes de los precios y estaba demasiado condicionada por alteraciones puntuales. Y ello, aunque seguramente necesario, no modificará ni la insuficiente competencia en el sector, ni la compensación excesiva a infraestructuras generadoras (nucleares o ciclos combinados), ni determinidas subvenciones ineficaces (carbón), ni la excesiva dependencia de la importación de energía, ni los evidentemente bajos niveles de interconexión con las redes europeas... o, lo que es lo mismo, volverá a dejar pendiente la imprescindible reforma en profundidad del sector eléctrico.