LA ya famosa y falsaria teoría del "todo es ETA" acuñada por el juez estrella Baltasar Garzón a finales de la década de los noventa y acogida con júbilo por amplios sectores políticos, judiciales y mediáticos españoles vuelve a partir de hoy a colocarse en la agenda política vasca con el inicio de dos macrojuicios contra personas y organizaciones de la izquierda abertzale. Un hecho absolutamente anacrónico que retrotrae a Euskadi varios años atrás, como si nada hubiese cambiado en este tiempo y los ciudadanos vascos estuviésemos condenados a revivir una y otra vez situaciones fuera de tiempo y lugar como en un absurdo día de la marmota. Ya se vivió un aperitivo hace justo hoy quince días, con la operación judicial contra Herrira que se saldó con 18 personas detenidas, todas ellas puestas en libertad pocas horas después. También con los denominados muros populares -como ayer en Iruñea- con los que la izquierda abertzale busca teatralizar las detenciones de condenados por los jueces. El caso es que hoy arrancará en la Audiencia Nacional el primero de estos macrojuicios, en el que se sentarán en el banquillo 40 jóvenes acusados de pertenecer a la organización Segi y para quienes la Fiscalía solicita seis años de prisión para cada uno. La segunda de las vistas orales dará comienzo este jueves por un sumario en el que están encausados 36 exresponsables de Batasuna y de las herriko tabernas, con diferentes peticiones de pena que suman en total 334 años de cárcel. Este juicio tiene lugar nada menos que once años después de la apertura del sumario abierto en 2002 y que tuvo su culminación en 2009 con la ilegalización de Herri Batasuna, Euskal Herritarrok y Batasuna. Desde entonces, ha llovido mucho. No solo por el mero tiempo transcurrido, sino porque las circunstancias han cambiado de manera total. ETA -ese conglomerado monstruo que según la teoría de Garzón y otros jueces piensa, decide, controla y mueve todos y cada uno de los hilos del movimiento abertzale- ha decretado un alto el fuego del que se van a cumplir dos años y la izquierda radical vuelve a ser legal, apuesta por la política y está en todas las instituciones. Pero aquellos polvos que gerenaron con evidente impulso político el "todo es ETA" traen ahora estos lodos. Un exasperante y absurdo regreso al pasado.