EL Plan de Paz y Convivencia del Gobierno vasco elaborado por Jonan Fernández acaba de recibir uno de los espaldarazos más importantes a nivel internacional al recabar el apoyo de un cualificado grupo de expertos de Estados Unidos en resolución de conflictos. Con el de ayer, cuya divulgación coincidió -no por casualidad- con la visita del lehendakari Iñigo Urkullu al país norteamericano, son ya dos los avales de ámbito internacional al texto firmados por insignes agentes mundiales, después del recibido por Amnistía Internacional, que en sus aportaciones alababa el Plan e incidía especialmente en el reconocimiento de todas las víctimas. Las conclusiones aportadas por los expertos de EE.UU. están redactadas por Andrea Bartoli y Borislava Monojlovic, de la Seton Hall University, con la colaboración de Peter Coleman (de Columbia University), Susan Allen Nan y Paul Hoyt-O'Connor (de George Mason University) y Pamela Aall (de USIP), que han contado con las contribuciones del equipo de los investigadores de Georges Mason Univestity Mark Magellan, Rachael Rackley, Mark Hardee, Dominic Anozie y Crystal Simon. En definitiva, se trata de un grupo de expertos y académicos independientes y de reconocido prestigio que aportan al Plan de Paz una visión y una dimensión que objetiviza, complementa y revaloriza no solo el texto original, sino sus aportaciones, metas y metodología y, en definitiva, la apuesta del Ejecutivo de Urkullu por abordar la pacificación y la convivencia tras años de enfrentamiento y violencia. No cabe duda de que este importante aval contrasta de manera muy directa con algunas de las críticas que ha recibido el plan por parte de los partidos de la oposición y algunas organizaciones de víctimas. No faltará tampoco quien pretenda restar valor e incluso desdeñar este tipo de aportaciones del ámbito internacional con el argumento del desconocimiento de la realidad vasca. Pero lo cierto es que esta valoración positiva proviene de expertos internacionales independientes y, en tanto que tal, sin intereses políticos de ningún tipo, lo que otorga a su visión y opinión un plus especial, al no estar contaminados por tendencias partidistas. La crítica, necesaria y legítima, no debe estar por encima del interés común ni puede exacerbarse por intereses particulares.