ES una buena noticia la incorporación del Partido Popular al acuerdo fiscal suscrito inicialmente por PNV y PSE. El calado efectivo, más bien puntual, de las variaciones incorporadas al mismo demuestran que no había, incluso sin ellas, motivos de peso que justificaran el descuelgue de los populares pese a su discurso descalificador del pacto en su primera redacción.

En la situación actual, el apoyo de los tres partidos a la estructura fiscal pactada garantizaría su aplicación en los tres territorios de la Comunidad Autónoma Vasca merced a una mayoría suficiente en Juntas Generales. Pero, aún hoy, el acuerdo no se aleja sustancialmente de un modelo con posibilidad de ser compartido por EH Bildu si la coalición fuera capaz de superponer un criterio de consensos mínimos a una estrategia táctica de diferenciarse del resto de fuerzas políticas.

Para ello haría falta en EH Bildu el pragmatismo de admitir que el valor de habilitar espacios de encuentro trasciende a la propia letra del pacto. El acuerdo -que ya es a tres bandas- inaugura una dinámica de encuentros en la que todos los firmantes han asumido dejarse un mechón de su propio pelo en una gatera de la que sale una mayor estabilidad institucional y una mayor disponibilidad de diseñar políticas que garanticen las necesidades de los ciudadanos vascos. De gobernar, en definitiva, también para satisfacer los intereses de los guipuzcoanos.

La izquierda abertzale primó al inicio de la legislatura visibilizarse como alternativa al PNV y eludir una línea de colaboración. Los meses transcurridos han madurado a todos pero la estrategia de EH Bildu sigue siendo confrontar constantemente para posicionarse en solitario frente al resto de fuerzas. Es un movimiento táctico que busca reforzarse en términos electorales pero que, a fecha de hoy y con el horizonte de año y medio largo sin elecciones a las instituciones vascas, se antoja demasiado cortoplacista. Hasta entonces, la izquierda abertzale debería primar la gobernabilidad donde tiene responsabilidad de hacerlo, el diseño de políticas compartidas con las que afrontar la crisis y el de reactivación de la economía. No está en ninguna de estas prioridades y una mayoría alternativa puede diseñarlas sin ellos.