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Tip y Coll en el Parlamento Vasco

no sé quién es la persona que se encarga del servicio de protocolo del Parlamento Vasco, ignoro si ese departamento es el que distribuye los asientos para los invitados a los plenos pero lo que sospecho es que detrás de ese negociado se esconde alguien cachondo/a o sádico/a porque no me quedan más que estas dos actitudes ante la vida para entender cómo -pudiendo elegir y separar- se les asignan butacas pegaditas una a la otra al diputado general guipuzcoano -Martín Garitano- y al delegado del gobierno español en Euskadi, Carlos Urquijo. Hay que tener un gran sentido del humor o ser un sádico recalcitrante y peligroso para ponerles a los dos , codo con codo, durante varias horas. Desde el punto de vista meramente informativo, creo que le robaron la foto a la flamante presidenta porque la noticia estaba más en aquel dúo Garitano-Urquijo que en el resto de la actividad de la cámara durante toda la jornada.

No contemplé la imagen en directo ni en la televisión por lo que no puedo afirmar si el dúo Garitano-Urquijo se saludó, habló o intercambiaron alguna mirada durante la sesión. Solamente vi la fotografía en los periódicos, Garitano levemente echado hacia delante con su habitual aspecto socarrón-irónico-intelectual-sobradito y el delegado del gobierno español levemente retirado hacia atrás, discreto, atribulado, como deseando no salir en la fotografía con aspecto tímido-tembloroso como si le hubieran pillado fuera de juego, como temiendo -en ese instante- que vieran la fotografía sus jefes de Madrid y -al pillarle en tan malas compañías- decidieran cesarle al instante. Yo creo que Urquijo quería salirse de la fotografía pero ya no podía dada la cercanía del diputado general guipuzcoano.

Y, aunque la acción de juntarles solo pueda imputarse a un cachondo o a un sádico, el resultado es maravilloso porque es la fotografía del futuro de este país. Dos personas que -hace pocos años- hubieran estado separadas por los barrotes de la cárcel. Una de ellas -Urquijo- cuyo gran trabajo -hasta hace poco tiempo- consistía en intentar detener al otro. Garitano -que como muchos de sus chicos- ha pasado de quemar banderas españolas a colocarlas en balcones de ayuntamientos gobernados por su coalición. El otro -el delegado del gobierno español- cruzado de la colocación de la enseña roja y gualda en cualquier rincón público de este país. Dos personas que -históricamente- no se habían entendido jamás comparten -por arte de eso llamado democracia- butacas contiguas en la sesión de investidura del Parlamento Vasco. Parece que Garitano le pidió una foto de la pareja a un periodista amigo como diciendo, esto o lo enseño o no se lo va a creer nadie. Urquijo parecía no estar tan cómodo con la compañía. No sabemos si se hablaron, si quedaron para otro momento, si se divirtieron o se aburrieron con su mutua compañía pero lo que sí sabemos es que aguantaron. Y, cuando vemos una fotografía impensable hace poco tiempo, siempre nos queda la sensación de que -poco a poco- vamos avanzando. Es posible que -dentro de unos años- la diferencia entre constitucionalistas y separatistas en la vida social sea tan leve -o tan llevadera- como ahora entre ser de la Real o el Athletic. Ojalá veamos esos tiempos nuevos...